miércoles, 11 de noviembre de 2020

NVENA DE ÁNIMAS. Día 7


DIA SEPTIMO

LA ENFERMEDAD, SERENIDAD ANTE LA MUERTE

 

Del Evangelio según San Juan: (Jn 11, 1ss)

Había un enfermo llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y su hermana Marta. Su hermano Lázaro estaba enfermo. Las hermanas le enviaron este recado: ---Señor, tu amigo está enfermo. Al oírlo, Jesús comentó:

-Esta enfermedad no ha de acabar en la muerte; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella…

 

Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?

 

 

Necesitamos el testimonio de creyentes que asumen la enfermedad con serenidad, unidos a la cruz de Cristo, abandonándose en las manos amorosas del Padre, nos ayuden a percibir la muerte con entereza.

 

En el momento en que somos conscientes de nuestra enfermedad, o cuando un familiar o un amigo está enfermo, es muy importante tomar conciencia de nuestra situación. Desde la oración confiada, la celebración de los sacramentos, en especial los de la salud, la Reconciliación y la Unción de los enfermos, encontrar el consuelo y la fortaleza del Señor.

 

El alimento de la Eucaristía es la mejor forma de unirse a Cristo, Viático para la vida eterna, y prepararse para el último tránsito. El testamento de Monseñor Eugenio Romero Pose, que fue Obispo auxiliar de Madrid, es un buen testimonio del creyente, que en la enfermedad, se prepara para la muerte de forma ejemplar.

 

La enfermedad es profecía de la muerte, la muerte que adviene es experiencia que nos hace tocar fondo la pequeñez para que podamos esperar la nueva vida, y esperándola, la agradezcamos.

No se aprecia la vida si no se acepta la muerte. Esperar la plenitud de la vida es dejar que el miedo a la muerte no aprisione alma y corazón. Padre bueno, que a todo y a todos nos has dado la vida para que supiéramos de tu amor. Padre Creador, me ha desbordado tu querer; tantas veces mi incapacidad de tenerte, y tener en mis manos los dones que Tú me ofrecías en las Tuyas, me distanció de Ti. Yo sé que aunque me aleje, nunca dejarás que escape del cuenco de Tus Manos creadoras.

Te pido, Señor, que sepa en el dolor pedirte el Espíritu para que mi vida, en esta peregrinación que un día se acabará, y mi muerte estén en tu Cruz. Tiéndeme tu Mano para que contigo, a pesar de la oscuridad del camino, tenga la sencilla certeza de abrir un día los ojos y verte a ti a la derecha del Padre con el Espíritu Santo.

 


 

En Cristo, que sanó con sus heridas, presentemos nuestra oración confiada diciendo:

 

Cristo, buen samaritano, acoge nuestra oración.

 

 

1.      Por los niños enfermos, por sus padres y familiares, para que, en la debilidad encuentren la fortaleza.

2.      Por los jóvenes, víctimas de accidentes, para que en el Señor vean su vida con ilusión y esperanza.

3.      Por los matrimonios que viven situación de enfermedad o limitación, para que, se apoyen mutuamente en la unidad del amor.

4.      Por los ancianos, que su vida sea un canto confiado y agradecido por los años pasados.

5.      Por los enfermos terminales, para que, en estos últimos instantes de la vida, se preparen con serenidad y fe.

6.      Por el descanso eterno de nuestros difuntos.

 

 

Oración

María, Madre Inmaculada,

tu sí incondicional al Padre nos regaló al Salvador,

fuente de vida y de plenitud.

Acudimos a ti,

desde lo más hondo de la vida,

y encomendamos a tu maternal sensibilidad

a quienes están viviendo el tiempo amargo de la enfermedad,

y a quienes cuidan, curan y acompañan.

María, Madre de esperanza,

levanta a los que se encuentran postrados y sin aliento,

infunde calor de vida en quienes han perdido la ilusión,

acompaña a cuantos sufren la soledad.

Que encuentren Gracia en la desgracia,

salud en la enfermedad,

compañía en la soledad,

paz y serenidad en la angustia,

luz y sentido en las preguntas sin respuesta.

Que nunca les falte un corazón

que escucha, comprende, alivia y acompaña.

Amén.

 

Campaña del Enfermo 2010 


RESPONSO

Sacerdote: -No te acuerdes, Señor, de nuestros pecados.

R.-Cuando vengas a juzgar al mundo

 

Sacerdote: -Señor, Dios nuestro, dirige nuestros pasos en tu presencia.

R.-Cuando vengas a juzgar al mundo

 

Sacerdote: -Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna

R.-Cuando vengas a juzgar al mundo

 

Sacerdote: -Señor, ten piedad

R.-Señor, ten piedad.

 

Sacerdote: -Cristo, ten piedad.

R.-Cristo, ten piedad.

 

Sacerdote: -Señor, ten piedad

R.-Señor, ten piedad.

 

Todos: Padre nuestro...

 

Sacerdote: -Libra, Señor, sus almas

R.-De las penas del infierno

 

Sacerdote: -Descansen en paz

R.-Amén

 

Sacerdote: -Señor, escucha nuestra oración

R.-Y llegue a ti nuestro clamor.

 

Sacerdote: -El Señor esté con vosotros

R.-Y con tu espíritu

 

Sacerdote: Oremos: Te rogamos, Señor, que absuelvas las almas de tus siervos difuntos de todo vínculo de pecado, para que vivan en la gloria de la resurrección, entre tus santos y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

 

Sacerdote: -Dales, Señor, el descanso eterno

R.-Y brille para ellos la luz eterna

 

Sacerdote: -Descansen en paz

R.-Amén

 

Sacerdote: -Sus almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.

R.-Amén

 






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