DIA SEPTIMO
LA ENFERMEDAD, SERENIDAD ANTE LA MUERTE
Del Evangelio según San Juan: (Jn 11, 1ss)
Había un enfermo llamado Lázaro, de Betania, la aldea de
María y su hermana Marta. Su hermano Lázaro estaba enfermo. Las hermanas le
enviaron este recado: ---Señor, tu amigo está enfermo. Al oírlo, Jesús comentó:
-Esta enfermedad no ha de acabar en la muerte; es para
gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella…
Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque
muera, vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Lo crees?
Necesitamos el
testimonio de creyentes que asumen la enfermedad con serenidad, unidos a la
cruz de Cristo, abandonándose en las manos amorosas del Padre, nos ayuden a
percibir la muerte con entereza.
En el momento en
que somos conscientes de nuestra enfermedad, o cuando un familiar o un amigo
está enfermo, es muy importante tomar conciencia de nuestra situación. Desde la
oración confiada, la celebración de los sacramentos, en especial los de la
salud, la Reconciliación y la Unción de los enfermos, encontrar el consuelo y
la fortaleza del Señor.
El alimento de la
Eucaristía es la mejor forma de unirse a Cristo, Viático para la vida eterna, y
prepararse para el último tránsito. El testamento de Monseñor Eugenio Romero
Pose, que fue Obispo auxiliar de Madrid, es un buen testimonio del creyente,
que en la enfermedad, se prepara para la muerte de forma ejemplar.
La
enfermedad es profecía de la muerte, la muerte que adviene es experiencia que
nos hace tocar fondo la pequeñez para que podamos esperar la nueva vida, y
esperándola, la agradezcamos.
No
se aprecia la vida si no se acepta la muerte. Esperar la plenitud de la vida es
dejar que el miedo a la muerte no aprisione alma y corazón. Padre bueno, que a
todo y a todos nos has dado la vida para que supiéramos de tu amor. Padre
Creador, me ha desbordado tu querer; tantas veces mi incapacidad de tenerte, y
tener en mis manos los dones que Tú me ofrecías en las Tuyas, me distanció de
Ti. Yo sé que aunque me aleje, nunca dejarás que escape del cuenco de Tus Manos
creadoras.
Te
pido, Señor, que sepa en el dolor pedirte el Espíritu para que mi vida, en esta
peregrinación que un día se acabará, y mi muerte estén en tu Cruz. Tiéndeme tu
Mano para que contigo, a pesar de la oscuridad del camino, tenga la sencilla
certeza de abrir un día los ojos y verte a ti a la derecha del Padre con el
Espíritu Santo.
En Cristo, que sanó con sus heridas, presentemos nuestra
oración confiada diciendo:
Cristo, buen samaritano, acoge nuestra oración.
1.
Por los niños
enfermos, por sus padres y familiares, para que, en la debilidad encuentren la
fortaleza.
2.
Por los jóvenes,
víctimas de accidentes, para que en el Señor vean su vida con ilusión y
esperanza.
3.
Por los matrimonios
que viven situación de enfermedad o limitación, para que, se apoyen mutuamente
en la unidad del amor.
4.
Por los ancianos,
que su vida sea un canto confiado y agradecido por los años pasados.
5.
Por los enfermos
terminales, para que, en estos últimos instantes de la vida, se preparen con
serenidad y fe.
6.
Por el descanso
eterno de nuestros difuntos.
Oración
María, Madre
Inmaculada,
tu sí incondicional
al Padre nos regaló al Salvador,
fuente de vida y de
plenitud.
Acudimos a ti,
desde lo más hondo
de la vida,
y encomendamos a tu
maternal sensibilidad
a quienes están
viviendo el tiempo amargo de la enfermedad,
y a quienes cuidan,
curan y acompañan.
María, Madre de
esperanza,
levanta a los que
se encuentran postrados y sin aliento,
infunde calor de
vida en quienes han perdido la ilusión,
acompaña a cuantos
sufren la soledad.
Que encuentren
Gracia en la desgracia,
salud en la
enfermedad,
compañía en la
soledad,
paz y serenidad en
la angustia,
luz y sentido en
las preguntas sin respuesta.
Que nunca les falte
un corazón
que escucha,
comprende, alivia y acompaña.
Amén.
Campaña del Enfermo 2010
RESPONSO
Sacerdote: -No te acuerdes, Señor,
de nuestros pecados.
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Señor,
Dios nuestro, dirige nuestros pasos en tu presencia.
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Dales,
Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Señor,
ten piedad
R.-Señor,
ten piedad.
Sacerdote: -Cristo,
ten piedad.
R.-Cristo,
ten piedad.
Sacerdote: -Señor,
ten piedad
R.-Señor,
ten piedad.
Todos:
Padre nuestro...
Sacerdote: -Libra,
Señor, sus almas
R.-De las penas del infierno
Sacerdote: -Descansen
en paz
R.-Amén
Sacerdote: -Señor,
escucha nuestra oración
R.-Y llegue a ti nuestro clamor.
Sacerdote: -El
Señor esté con vosotros
R.-Y con tu espíritu
Sacerdote: Oremos: Te rogamos,
Señor, que absuelvas las almas de tus siervos difuntos de todo vínculo de
pecado, para que vivan en la gloria de la resurrección, entre tus santos y
elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Sacerdote: -Dales,
Señor, el descanso eterno
R.-Y brille para ellos la luz eterna
Sacerdote: -Descansen
en paz
R.-Amén
Sacerdote: -Sus
almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios,
descansen en paz.
R.-Amén
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