domingo, 8 de noviembre de 2020

NOVENA DE ÁNIMAS. Día 4

 

Este domingo seguimos el itinerario de reflexión y oración. Mucho ánimo y pidamos la fortaleza para seguir adelante.

DIA CUARTO

LA VIDA, ABANDONO EN DIOS

 

 

De la Carta de San Pablo a los Romanos: (Rm 14,8)

Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí.

Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.

Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.

Entonces, ¿Con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios

 

A Jesús no le resultó fácil aceptar el trance de la muerte. El plan de salvación “diseñado” es imposible para los hombres. En su agonía del huerto nos enseña que el cáliz es para todos los creyentes, así nos dice “El que quiera ser discípulo mío que cargue con su cruz y me siga”.

 

Carlos de Foucaul fue un hombre asaltado en su corazón por el amor de Dios. Su vida, después de la conversión, transcurrió como monje entre la oración y la vida en el desierto, haciéndose hermano de los tuarej de Argelia. El era consciente que, tarde o temprano, ese amor tendría que convertirse en ofrenda con su propia vida. Fuese en el martirio, como así ocurrió, o en la vida sencilla que él identificaba con el hogar de Nazaret.

 

Cada día nuestra historia pasa en lo cotidiano y sencillo, y ahí es donde Dios nos llama a vivir la santidad. Escuchemos las palabras escritas poco antes de morir:

 

 

Sea cual fuere el motivo por el que nos maten, si recibimos la muerte injusta y cruel como un don bendito de tu mano, si te la agradecemos como una dulce gracia, una imitación feliz de tu fin, si te la ofrecemos como un sacrificio ofrecido de muy buena voluntad, si no nos resistimos para obedecer a tu palabra: "No resistan al mal" y a tu ejemplo: "Se dejó no solo esquilar sino degollar sin quejarse", entonces, sea cual fuere el motivo que tienen para matarnos, moriremos en el puro amor, y nuestra muerte te será un sacrificio de muy agradable olor, y si no es un martirio, en el sentido estricto de la palabra y a los ojos de los hombres, lo será a tus ojos y será una imagen muy perfecta de tu muerte... porque si, en este caso, no hemos ofrecido nuestra sangre por la fe, la habremos ofrecido y entregado, de todo corazón, por tu amor..."


 

Al Padre bondadoso presentamos nuestras intenciones y las de todos, especialmente por nuestros difuntos, diciendo:

 

Nos abandonamos en Ti Padre.

 

1        Al comenzar nuestra jornada, poniéndonos en tus manos.

2        Al realizar las tareas de cada día.

3        Al construir la unidad en nuestra familia.

4        Al encontrarnos con los demás.

5        Al hacer la caridad.

 

 

 

 

Unámonos en la oración que él nos dejó como perfecto abandono en Dios

 

Padre mío

Me abandono a Ti.

Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco.

Estoy dispuesto a todo,

Lo acepto todo,

Con tal que tu voluntad se haga en mí

Y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en tus manos.

Te la doy, Dios mío,

Con todo el amor de mi corazón.

Porque te amo

Y porque para mí amarte es darme, 

Entregarme en tus manos sin medida,

Con una infinita confianza, 

Porque tú eres mi Padre.

RESPONSO

Sacerdote: -No te acuerdes, Señor, de nuestros pecados.

R.-Cuando vengas a juzgar al mundo

 

Sacerdote: -Señor, Dios nuestro, dirige nuestros pasos en tu presencia.

R.-Cuando vengas a juzgar al mundo

 

Sacerdote: -Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna

R.-Cuando vengas a juzgar al mundo

 

Sacerdote: -Señor, ten piedad

R.-Señor, ten piedad.

 

Sacerdote: -Cristo, ten piedad.

R.-Cristo, ten piedad.

 

Sacerdote: -Señor, ten piedad

R.-Señor, ten piedad.

 

Todos: Padre nuestro...

 

Sacerdote: -Libra, Señor, sus almas

R.-De las penas del infierno

 

Sacerdote: -Descansen en paz

R.-Amén

 

Sacerdote: -Señor, escucha nuestra oración

R.-Y llegue a ti nuestro clamor.

 

Sacerdote: -El Señor esté con vosotros

R.-Y con tu espíritu

 

Sacerdote: Oremos: Te rogamos, Señor, que absuelvas las almas de tus siervos difuntos de todo vínculo de pecado, para que vivan en la gloria de la resurrección, entre tus santos y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

 

Sacerdote: -Dales, Señor, el descanso eterno

R.-Y brille para ellos la luz eterna

 

Sacerdote: -Descansen en paz

R.-Amén

 

Sacerdote: -Sus almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.

R.-Amén

 




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