Este domingo seguimos el itinerario de reflexión y oración. Mucho ánimo y pidamos la fortaleza para seguir adelante.
DIA CUARTO
LA VIDA, ABANDONO EN DIOS
De la Carta de San Pablo a los Romanos: (Rm
14,8)
Ninguno de nosotros vive para sí, ni
tampoco muere para sí.
Si vivimos, vivimos para el Señor, y si
morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte,
pertenecemos al Señor.
Porque Cristo murió y volvió a la vida para
ser Señor de los vivos y de los muertos.
Entonces, ¿Con qué derecho juzgas a tu
hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos, en efecto, tendremos que comparecer
ante el tribunal de Dios
A Jesús no le resultó fácil aceptar el trance de la
muerte. El plan de salvación “diseñado” es imposible para los hombres. En su
agonía del huerto nos enseña que el cáliz es para todos los creyentes, así nos
dice “El que quiera ser discípulo mío que cargue con su cruz y me siga”.
Carlos de Foucaul fue un hombre asaltado en su corazón
por el amor de Dios. Su vida, después de la conversión, transcurrió como monje
entre la oración y la vida en el desierto, haciéndose hermano de los tuarej de
Argelia. El era consciente que, tarde o temprano, ese amor tendría que
convertirse en ofrenda con su propia vida. Fuese en el martirio, como así
ocurrió, o en la vida sencilla que él identificaba con el hogar de Nazaret.
Cada día nuestra historia pasa en lo cotidiano y
sencillo, y ahí es donde Dios nos llama a vivir la santidad. Escuchemos las
palabras escritas poco antes de morir:
Sea cual fuere el motivo por el
que nos maten, si recibimos la muerte injusta y cruel como un don bendito de tu
mano, si te la agradecemos como una dulce gracia, una imitación feliz de tu
fin, si te la ofrecemos como un sacrificio ofrecido de muy buena voluntad, si
no nos resistimos para obedecer a tu palabra: "No resistan al mal" y
a tu ejemplo: "Se dejó no solo esquilar sino degollar sin quejarse",
entonces, sea cual fuere el motivo que tienen para matarnos, moriremos en el
puro amor, y nuestra muerte te será un sacrificio de muy agradable olor, y si
no es un martirio, en el sentido estricto de la palabra y a los ojos de los
hombres, lo será a tus ojos y será una imagen muy perfecta de tu muerte...
porque si, en este caso, no hemos ofrecido nuestra sangre por la fe, la
habremos ofrecido y entregado, de todo corazón, por tu amor..."
Al Padre bondadoso
presentamos nuestras intenciones y las de todos, especialmente por nuestros
difuntos, diciendo:
Nos abandonamos en
Ti Padre.
1
Al comenzar nuestra jornada, poniéndonos en tus
manos.
2
Al realizar las tareas de cada día.
3
Al construir la unidad en nuestra familia.
4
Al encontrarnos con los demás.
5
Al hacer la caridad.
Unámonos en la
oración que él nos dejó como perfecto abandono en Dios
Padre mío
Me abandono a Ti.
Haz
de mí lo que quieras.
Lo
que hagas de mí te lo agradezco.
Estoy
dispuesto a todo,
Lo
acepto todo,
Con
tal que tu voluntad se haga en mí
Y
en todas tus criaturas.
No
deseo nada más, Dios mío.
Pongo
mi vida en tus manos.
Te
la doy, Dios mío,
Con
todo el amor de mi corazón.
Porque
te amo
Y
porque para mí amarte es darme,
Entregarme
en tus manos sin medida,
Con
una infinita confianza,
Porque
tú eres mi Padre.
RESPONSO
Sacerdote: -No te acuerdes, Señor,
de nuestros pecados.
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Señor,
Dios nuestro, dirige nuestros pasos en tu presencia.
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Dales,
Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Señor,
ten piedad
R.-Señor,
ten piedad.
Sacerdote: -Cristo,
ten piedad.
R.-Cristo,
ten piedad.
Sacerdote: -Señor,
ten piedad
R.-Señor,
ten piedad.
Todos:
Padre nuestro...
Sacerdote: -Libra,
Señor, sus almas
R.-De las penas del infierno
Sacerdote: -Descansen
en paz
R.-Amén
Sacerdote: -Señor,
escucha nuestra oración
R.-Y llegue a ti nuestro clamor.
Sacerdote: -El
Señor esté con vosotros
R.-Y con tu espíritu
Sacerdote: Oremos: Te rogamos,
Señor, que absuelvas las almas de tus siervos difuntos de todo vínculo de
pecado, para que vivan en la gloria de la resurrección, entre tus santos y
elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Sacerdote: -Dales,
Señor, el descanso eterno
R.-Y brille para ellos la luz eterna
Sacerdote: -Descansen
en paz
R.-Amén
Sacerdote: -Sus
almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios,
descansen en paz.
R.-Amén
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