domingo, 24 de noviembre de 2019

REQUIEM POR LA NAVIDAD



Como habéis visto, queridos amigos, he estado muchas semanas sin escribir nada en el blog. Creo que son muchos los materiales de reflexión, de muy diversa procedencia y pensamiento, que hay en el mercado de las redes. Mi pretensión, no es en absoluto, ser portavoz de nada más que lo que puede sugerir en cada momento tanto la Palabra que a veces es provocativa, espera una respuesta y sugerente para mi y que deseo compartir con vosotros.

Ayer no dejé de estar perplejo ante todo lo que está suponiendo el famoso encendido de las luces, esta competencia sin tregua con un gasto desproporcionado, el abandono del tiempo como lugar sagrado de un acontecimiento. Desde que en agosto ya tienes a disposición la lotería de Navidad, o los turrones y dulces, no deja de ser una cebo que se pone ante la voluntad débil del hombre que considera la acumulación de bienes como horizonte de su felicidad. No es solo el que nos invada un estilo consumista desorbitado, sino que se combina con un discurso pastoso y cardíaco de una Navidad que no pone su mirada en el pesebre de Belén.

La Iglesia aún no ha comenzado ni siquiera la preparación de las fiestas con el adviento. Quisiera ver las caras de alguno, que, en sus paseos entre comercio y comercio por las ciudades puedan entrar en una iglesia. Verán ausencia de adornos, austeridad, telas moradas y sobriedad. Pero una palabra, esperanza. Porque, así, como el pueblo de Israel estaba cautivo en tierra extraña y su tierra devastada, el corazón de hombres y mujeres están lejos del amor, lleno pero insatisfecho, aturdido y sin rumbo.

Y hoy, día de Cristo Rey, el signo es la cruz, manantial de misericordia.

Es en el corazón alejado del hombre donde va a nacer el Señor, el pesebre donde quiere sorprendernos la salvación. La estrella que anunciará la llegada del Señor, ¿se dejará ver en medio de tantos destellos de luces cegadoras?

Feliz domingo
Xabier Alonso