Y en la casa de un rico yacía un hombre llagado.
Olía a muerte en el corazón avaro y frescor de flores en la mirada del pobre.
Muerte y vida convivían, separados, lejos, ajenos y sin capacidad de encuentro,
distancias que nacen de indiferencias y desprecios.
Un rico sin nombre, muere y lo entierran,
¿habrá quien haga duelo? Los que lloran no poder aprovechar
las riquezas y banquetes.
Se muere Lázaro, el pobre es un hombre con nombre,
y los ángeles no lloran, su alma se la llevan,
a gozar en el seno del Padre Abrahán..
Muerte y vida se intercambian, gozo y tristeza se sitúan,
ahora es otra la vista, la muerte ahora es vida.
abrir los ajos y escuchar los gemidos
hoy podemos convertirnos
gracias a que se cruzan en nuestras vidas
pobres con nombre, con sus silencios y lamentos.
Hoy podemos romper la indiferencia
abrir caminos de vida al banquete de la gloria.
es el Señor quien nos dice
ven a gozar del banquete de tu Señor.
se cruza en el camino de la historia
y nos cambia el rumbo,
la fiesta, el banquete vendrá después
en el que todos nos reconocemos plenamente como hermanos