sábado, 23 de enero de 2016

REDIMIR CAUTIVOS



Comenzamos el programa de predicación de las obras de misericordia. Los domingos, desde el presente hasta el As Pascuillas, será dedicado cada uno de ellos a una obra de misericordia. Hoy iniciamos, de acuerdo con el texto del Evangelio, con "Redimir cautivos".
Varias ideas.
1.- Cristo es la libertad. En la sinagoga de Narzaret él proclama el Año de Gracia del Señor. Ésto supone la liberación.
2.- Son muchos los encadenados, no solo los que están en la cárcel que debe suponer los desvelos de toda la comunidad cristiana, sino también los que están sometidos a muchas esclavitudes: la droga, el alcohol, la violencia, el placer, el consumo, la ludopatía.
3.- La libertad desde Cristo significa la capacidad y la libertad del hombre, identificándose con Él , que "siendo libre se hizo esclavo para liberarnos", para llevar a todos el mensaje de la libertad.
4.- Son también muchos que no tienen libertad para vivir su fe. En tiempos como los que nos toca vivir aún existen hombres y mujeres que arriesgan su vida por ser fieles a su fe. En este año jubilar queremos estar cerca de ellos, con la oración y entregando nuestra limosna fruto de la penitencia en favor de ellos.
5.- Acerquémonos a recibir la libertad a través del perdón recuperando la belleza recibida en el bautismo y que nos hace libres para vivir la entrega de nosotros por los demás.

Quiero finalizar recordando que uno de los relatos que se recuerda de los milagros da Nosa Señora da Franqueira es precisamente la liberación de un cautivo en la época de la reconquista. Simboliza de esta manera la cercanía de la Virgen con aquellos que sufren prisión. Pidamos a la Virgen que acompañe con su ternura de Madre a los encarcelados. Recordemos que el papa declara que los presos, al cruzar la puerta de la celda, está atravesando también la puerta de la misericordia. Encomendemos a tantas familias que viven el drama de ver a algunos de sus miembros en prisión. Pidamos por la pastoral penitenciaria, presencia de la Iglesia entre los encarcelados. Encomendemos a los que están bajo la esclavitud de tantas situaciones que le arrebatan la libertad. Pongamos a los pies de la Virgen a los que están esclavizados por redes de sometimiento: droga, prostitución, alcohol. A todos los ponemos a los cuidados de la Madre de la Misericordia.
Renovemos esta obra de la misericordia y llevemos la libertad que procede del Señor

Feliz domingo
Javier Alonso
A Franqueira
23-01-16

viernes, 22 de enero de 2016

INDULGENCIAS. Artículo de Guillermo Juan Morado



¿QUÉ SON LAS INDULGENCIAS? 
La etimología latina de la palabra puede ayudarnos a situarnos en una pista correcta. El verbo "indulgeo" significa "ser indulgente" y también "conceder". La indulgencia es, pues, algo que se nos concede, benignamente, en nuestro favor. El Catecismo de la Iglesia Católica nos proporciona, con palabras de Pablo VI, una definición más precisa: "La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos" (Catecismo, 1471). La definición, exacta y densa, relaciona tres realidades: la remisión o el perdón, el pecado, y la Iglesia. La indulgencia consiste en una forma de perdón que el fiel obtiene en relación con sus pecados por la mediación de la Iglesia.

¿Qué es lo que se perdona con la indulgencia? 
No se perdonan los pecados, ya que el medio ordinario mediante el cual el fiel recibe de Dios el perdón de sus pecados es el sacramento de la penitencia (cf Catecismo, 1486). Pero, según la doctrina católica, el pecado entraña una doble consecuencia: lleva consigo una "pena eterna" y una "pena temporal". ¿Qué es la pena eterna? Es la privación de la comunión con Dios. El que peca mortalmente pierde la amistad con Dios, privándose, si no se arrepiente y acude al sacramento de la penitencia, de la unión con Él para siempre. Pero aunque el perdón del pecado por el sacramento de la Penitencia entraña la remisión de la pena eterna, subsiste aún la llamada "pena temporal". La pena temporal es el sufrimiento que comporta la purificación del desorden introducido en el hombre por el pecado. Esta pena ha de purgarse en esta vida o en la otra (en el purgatorio), para que el fiel cristiano quede libre de los rastros que el pecado ha dejado en su vida. 

Podemos poner una comparación. Imaginemos una intervención quirúrgica: un trasplante de corazón, por ejemplo. El nuevo corazón salva la vida del paciente. Se ve así liberado el enfermo de una muerte segura. Pero, cuando ya la operación ha concluido exitosamente, e incluso cuando el enfermo está ya fuera de peligro, subsiste la necesidad de una total recuperación. Es preciso sanar las heridas que el mal funcionamiento del corazón anterior y la misma intervención han causado en el organismo. Pues de igual modo, el pecador que ha sido perdonado de sus culpas, aunque está salvado; es decir, liberado de la pena eterna merecida por sus pecados, tiene aún que reestablecerse por completo, sanando las consecuencias del pecado; es decir, purificando las penas temporales merecidas por él. La indulgencia es como un indulto, un perdón gratuito, de estas penas temporales. Es como si, tras la intervención quirúrgica y el trasplante del nuevo corazón, se cerrasen de pronto todas las heridas y el paciente se recuperase de una manera rápida y sencilla, ayudado por el cariño de quienes lo cuidan, la atención esmerada que recibe y la eficacia curativa de las medicinas. La Iglesia no es la autora, pero sí la mediadora del perdón de los pecados y del perdón de las penas temporales que entrañan los pecados. Por el sacramento de la Penitencia, la Iglesia sirve de mediadora a Cristo el Señor que dice al penitente: "Yo te absuelvo de tus pecados". Con la concesión de indulgencias, la Iglesia reparte entre los fieles la medicina eficaz de los méritos de Cristo nuestro Señor, ofrecidos por la humanidad. Y en ese tesoro precioso de los méritos de Cristo están incluidos también, porque el Señor los posibilita y hace suyos, las buenas obras de la Virgen Santísima y de los santos. Ellos, los santos, son los enfermeros que vuelcan sus cuidados en el hombre dañado por el pecado, para que pueda recuperarse pronto de las marcas dejadas por las heridas.

 ¿Tiene sentido hablar hoy de las indulgencias? 
Claro que sí, porque tiene sentido proclamar las maravillas del amor de Dios manifestado en Cristo que acoge a cada hombre, por el ministerio de la Iglesia, para decirle, como le dijo al paralítico: "Tus pecados están perdonados, coge tu camilla y echa a andar". Él no sólo perdona nuestras culpas, sino que también, a través de su Iglesia, difunde sobre nuestras heridas el bálsamo curativo de sus méritos infinitos y la desbordante caridad de los santos. 
Guillermo Juan Morado. Canónigo Penitenciario de la Santa Iglesia Catedral de Tui 

DE LA CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON LA QUE SE CONCEDE LA INDULGENCIA CON OCASIÓN DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA 
Para vivir y obtener la indulgencia los fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta de la Misericordia, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano y en las cuatro basílicas papales en Roma, como signo del deseo profundo de auténtica conversión. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con un reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por mí y por las intenciones que llevo en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo. Los enfermos y las personas ancianas y solas, a menudo en condiciones de no poder salir de casa. Para ellos será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad. Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar. Los presos, que experimentan la limitación de su libertad. El Jubileo siempre ha sido la ocasión de una gran amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente integrarse de nuevo en la sociedad dando su contribución honesta. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad. Cada vez que un fiel viva personalmente una o más de las obras de la misericordia obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar. De aquí el compromiso a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón completo y total por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie. Será, por lo tanto, una indulgencia jubilar plena, fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad. La indulgencia jubilar, por último, se puede ganar también para los difuntos. A ellos estamos unidos por el testimonio de fe y caridad que nos dejaron. De igual modo que los recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin.

miércoles, 13 de enero de 2016

AGOBIADOS



Hay un detalle en los textos del Evangelio y que nos muestran la capacidad de Jesús para la Misión. Es su dedicación al trabajo. Sin descanso, prácticamente, pasando noches en oración, acoge, escucha, se dedica a las personas, alienta, anima, cura, enseña, guía a sus apóstoles, dialoga con los dirigentes del pueblo, discrepa con los fariseos o con los escribas. No sabemos la mayor parte de lo que hizo, sobre todo en su tiempo en Nazaret. Además, con urgencia, sale de un lugar a otro visitando las aldeas y pueblos. Este carácter itinerante y libre da una visión dinámica de la misión y de Jesús, que nos es, ni mucho menos, esa imagen que nos tienen acostumbradas las películas que lo muestran con una lentitud en sus palabras que resulta muy "pastel".
Lo que no he encontrado es que Jesús se agobiase. No se le ve nervioso por no poder hacerlo todo, sino que, con la serenidad que da la confianza en el Padre, lleno del Espíritu, anuncia y denuncia, se conmueve y le duelen los sufrimientos de los hombres, se enoja ante la hipocresía y la injusticia, le disgusta la utilización de la fe para beneficios personales o la manipulación de la Palabra de Dios. Todo, un abanico grande de posibilidades, pero agobiado no le encuentro. Porque no se busca a sí mismo, sino que piensa en los demás y en el Reino.
Lo veo y me sorprende también esto cuando leo la vida de algún santo o santa. Con los mínimos medios, pero a base de trabajo y tesón, con la oración, como guía la palabra, con el alimento de la Eucaristía, sintiendo la Iglesia, afrontando los problemas, alentado por el Espíritu, fieles a la llamada, con poco o nada, levantaron obras inimaginables para los ojos de los hombres. Los miles de kilómetros de infinidad de misioneros, los colegios de tantos fundadores, hospitales, centros, infinidad de obras que hacen que se haga realidad lo que decía Jesús "vosotros haréis cosas aún mayores". ¿Cual es la clave?, no poner el centro en uno, sino en el Señor, en la misión. Fijémonos en la parábola del sembrador, las semillas que no crecen y dan fruto son las que no están afianzadas en tierra, las que se ahogan en los bienes de este mundo y en los agobios.
Cuando me veo agobiado, entonces, algo está fuera del Señor.

Nosa señroa da Franqueira, axúdanos a descansar no corazón de teu Fillo e a fortalecernos na fe.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
13-01-16

domingo, 10 de enero de 2016

UNGIDO


Hace unos días tuve una tentación. Organizando el material  del alamacén de Cáritas en la Casa Mater Misericordiae, aquí en A Franqueira, colocando los utensilios de limpieza para bebés, cogí un bote de colonia para niños. Lo observé, lo abrí, y olí. ¡Qué bien huele!. Y es que la colonia para niños es un perfume muy característico. Y ese olor me recuerda la limpieza, la inocencia, la pureza, la alegría, la fragilidad, propios de los niños. Pero también me habla de cariño, de cuidados, de protección, de preocupación, de trabajo, de sacrificios, propios de las madres y los padres. De vez en cuando sería sano usar un poco de esta colonia.
Pues bien, la fiesta de hoy, el bautismo del Señor es el inicio de la misión del ungido. Éste, Jesús, el Hijo, el Ungido, es sobre el que se derrama el Espíritu, que lo empapa todo, lo llena todo, lo penetra todo y le fortalece y lo envía a "anunciar la Buena Nueva a los pobres, la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos, a proclamar el año de gracia". El Ungido es el que viene empapado del Júbilo de la presencia. 
Nosotros, el día de nuestro bautismo nos "empaparon", nos ungieron con el santo crisma, quedando consagrados y configurados a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey. Este santo Crisma, consagrado en la catedral en Semana Santa por el obispo, es una mezcla de aceite de oliva con un ungüento que desprender un suave olor. Y es que el bautizado derrama sobre el mundo el suave olor de la presencia del Espíritu, el suave olor de la alegría, de la caridad, del anuncio de la Buena Nueva. 
Ahora, como un niño, sabiendo que somos cuidados por las entrañas maternales y misericordiosas de nuestro Padre, vivamos la responsabilidad de ser sacerdotes, hombres y mujeres de oración, profetas, hombres y mujeres de la Palabra, y, reyes, hombres y mujeres del Reino, en Cristo.

Nosa Señora da Franqueira, grazas por coidar de nós.

Feliz domingo
Javier Alonso
A Franqueira
10-01-16

viernes, 8 de enero de 2016

SEGUIMOS CAMINANDO



Hoy es día 8 y como cada mes nos reuniremos en el santuario para celebrar la Eucaristía en Honor de la Virgen. Lo hacemos a  las 12 de la mañana, solemnemente, y a las 6 de la tarde. Ha pasado un mes desde la apertura del Año Jubilar y hoy bendeciremos una casulla y materiales litúrgicos dedicados a esta celebración jubilar. 
¿A qué nos invita el jubileo en A Franqueira?
A peregrinar, salir de nosotros mismos, buscar, vivir el riesgo de la vida, abrirse nuevas metas, dejarse guiar, alusionarse por llegar.
Caminar, la vida es camino, llamados por el Señor, abiertos a la esperanza, guiados por su Espíritu al encuentro del Padre.
Cambiar, dejarse interpelar, decidirse por el amor, apostar por lo distinto, lo auténtico, lo vital.
Soñar, dejarse iluminar por lo novedoso del Evangelio y decir sí.
Misericordia. Este año jubilar solo te pido que al venir a este santuario escuches esta palabra, descubramos juntos la grandeza del amor del Padre, que pone su corazón  ante la miseria de nuestro pecado.
Volver, no como hemos venido, sino con la alegría. Volver para amar misericordiosamente y servir.

Por nuestra parte seguimos trabajando en la casa Mater Misericordiae. Puedes entrar en el agradecimiento de la campaña de Navidad que hemos celebrado.

Gracias

Nosa Señora da Franqueira, nai e Raíña da misericordia.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
08-01-16

jueves, 7 de enero de 2016

HASTA PRONTO, AMIGO



Otro amigo que ha partido. El gran conversador Emilio Cabanelas, sacerdote de nuestra diócesis, partió ayer para la casa del Padre. La pasada romería en Honor de la Virxe da Franqueira celebró sus 50 años de sacerdocio. Un hombre con una historia que no deja indiferente, primero como salesiano en América, y, después, como sacerdote diocesano en Astorga, en la montaña pedida de Galicia, y, una vez incorporado a nuestra diócesis en Filgueira, trasladado posteriormente a O Covelo y finalizando su labor en Budiño. Un hombre de conversación entregada y que siempre tenía una anécdota para incorporar al tema que tratamos. 
Otro amigo que ha realizado la peregrinación de la fe y llama a la puerta de la Casa del Padre misericordioso para ver cara a cara lo que por la fe se nos ha revelado. 
Esta nueva despedida no me deja indiferente, sino que, una vez más me provoca elevar los ojos y pensar con agradecimiento en el testimonio sencillo y humilde de tantos sacerdotes. Repaso cuantas personas han podido acercarse al Señor por el ministerio de los sacerdotes. Cuantas Eucaristías celebradas haciendo memoria de nuestra salvación. Cuantos bautizos acompañando a las familias en el misterio de la vida. Cuantos matrimonios animándoles a la unidad en el amor de Dios. Cuanto consuelo al lado de la cama de un enfermo. Cuantas palabras de ánimo en la despedida de un familiar. Cuantos corazones reconstruidos en el Sacramento de la Reconciliación. Cuantas enseñanzas en catequesis, en la predicación... y pienso, y doy gracias, y pido. Sí, pido por las vocaciones sacerdotales, por los seminaristas, por los jóvenes. 
Querido amigo, Emilio, hasta pronto y demos gracias a Dios.

Nosa Señora da Franqueira axuda aos sacerdotes, os teus fillos queridos.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
07-01-16

miércoles, 6 de enero de 2016

REYES MAGOS


Felicidades a todos en este día lleno de ilusiones y alegrías. Me imagino las casas en las que hay niños, a estas horas de la mañana, con los nervios a flor de piel, removiéndolo todo, abriendo regalos, llenando las habitaciones de risas. Hoy, al comenzar esta festividad de la Epifanía rezo por todos los niños. Pido para que el mejor regalo que le podamos entregar sea nuestra entrega, nuestro corazón, nuestro servicio a que no les falte un buen futuro, que les entreguemos un mundo en paz, empezando por nuestros hogares. Que envolvamos en papel de regalo y llenemos de ilusión cada día para que sea una sorpresa de vida. Los niños, con los que tenemos que identificarnos para entrar en el Reino, son recuerdo del Niño nacido en Belén. 
Al Divino Infante 
los Magos  de Oriente adoraron 
y dones simbólicos entregaron:
oro de la realeza,
pero no le llames alteza
sino, el Rey entregado
que naciendo se ha dado.
Incienso para Dios
no temido y sí adorado
amor en el amado
y magos ya van dos.
Mirra, que es que será,
el Cordero sacrificado
en la muerte amor donado
vida que no cesará.

Los sabios de oriente representan a todos las personas, de todas las razas y de todos los tiempos, que buscando indagaron dónde está la verdadera sabiduría. Y, dejándose conducir por una estrella, signo de la luz verdadera, llegaron a donde estaba el Niño. El hombre necesita salir, caminar, preguntar, descubrir y encontrar. Y Dios se manifiesta en lo que para el mundo no cuenta. Para encontrar la verdad es necesario salir al encuentro de Dios hecho hombre y manifestado en medio de los hombres.
En este Año Jubilar de la Misericordia caminemos al encuentro del amor entrañable de nuestro Dios dejándonos sorprender por el que es el Amado.

Nosa Señora da Franqueira, protexe a todos os nenos.

Feliz día a todos
Javier Alonso
A Franqueira
06-01-16