Nuestro camino de oración continúa acompañados por el testimonio de hombres y mujeres de fe que, desde Cristo Resucitado, comprenden y asumen el sentido de la muerte.
DIA QUINTO
LA VIDA, GENEROSA ENTREGA.
Del Evangelio
según San Juan: (Jn 12, 24)
En verdad, en verdad os digo: si el grano
de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho
fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su
vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme
que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera
servirme, será honrado por mi Padre. Mi alma ahora está turbada, ¿Y qué diré:
«Padre, líbrame de esta hora? ¡Sí, para eso he llegado a esta hora! ¡Padre,
glorifica tu Nombre!». Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he glorificado
y lo volveré a glorificar».
La vida tiene sentido en la entrega. Dios no se reservó
nada sino, que por amor, nos lo entrega todo. Como el Padre que se olvida de sí
mismo nos crea, nos educa, nos cuida, nos da la libertad, nos consuela, nos
alimenta, nos fortalece, nos auxilia, y si le devolvemos mal por bien, nos acoge
y nos perdona.
Y ¿nosotros? Pensamos en nosotros, en nuestras cosas,
materiales o espirituales. La vida se comprende desde la ofrenda de uno mismo,
y la muerte, como la de Jesús, es la ofrenda del amor.
Santa Benedicta de la Cruz, joven de origen judío, acogió
la fe y se entregó a la vida contemplativa en el Carmelo. Una mujer buscadora
de la verdad en el estudio y la filosofía. Durante la persecución de los judíos
durante la segunda guerra mundial en Holanda es llevada al campo de
concentración de Auschwitz. Antes de su muerte escribe su testamento. Su
martirio quiere ser la ofrenda a Dios para el bien de su pueblo y la conversión
de los que viven inmersos en el mal. Aprendamos, en la comunión de los santos,
que cada gesto, cada palabra buenas, cada obra, cada oración, ayuda unidos en
Cristo, a que el mundo sea presencia del reino de Dios. Escuchemos las palabras
de Santa Benedicta:
Agradezco de todo corazón a mis queridas superioras y a todas
las queridas hermanas el amor con que me han acogido y todo lo bueno que se me
dio en esta casa. Desde ahora acepto con alegría, y con absoluta sumisión a su
santa voluntad, la muerte que Dios ha preparado para mí. Pido al Señor que
acepte mi vida y también mi muerte en honor y gloria suyas; por todas las
intenciones del Sagrado Corazón de Jesús y de María; por la Santa Iglesia y,
especialmente, por el mantenimiento, santificación y perfección de nuestra
Santa Orden, en particular los conventos Carmelitas de Colonia y Echt; en
expiación por la falta de fe del pueblo judío y para que el Señor sea acogido
por los suyos; para que venga a nosotros su Reino de Gloria, por la salvación
de Alemania y la paz en el mundo. Finalmente, por todos mis seres queridos,
vivos y muertos, y todos aquellos que Dios me dio. Que ninguno de ellos tome el
camino de la perdición.
En
Cristo, entregado por nuestra salvación, oremos confiadamente diciendo:
Señor
ten piedad de nosotros
1
Para que la Iglesia,
esposa de Cristo, muestre la belleza de la caridad con los más pobres.
2
Para que los
gobernantes no abandonen a los que sufren.
3
Para que los
emigrantes y desplazados sean acogidos y respetados
4
Para que jóvenes no
caigan en la droga, el alcohol y otras formas de esclavitud.
5
Para que los parados
encuentren trabajo.
6
Para que los
difuntos reciban el perdón y la paz.
Oración
del Papa Benedicto XVI en la carta Deus cáritas est
tú has dado al mundo la verdadera luz,
Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios.
Te has entregado por completo
a la llamada de Dios
y te has convertido así en fuente
de la bondad que mana de Él.
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él.
Enséñanos a conocerlo y amarlo,
para que también nosotros
podamos llegar a ser capaces
de un verdadero amor
y ser fuentes de agua viva
en medio de un mundo sediento
RESPONSO
Sacerdote: -No te acuerdes, Señor,
de nuestros pecados.
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Señor,
Dios nuestro, dirige nuestros pasos en tu presencia.
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Dales,
Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna
R.-Cuando
vengas a juzgar al mundo
Sacerdote: -Señor,
ten piedad
R.-Señor,
ten piedad.
Sacerdote: -Cristo,
ten piedad.
R.-Cristo,
ten piedad.
Sacerdote: -Señor,
ten piedad
R.-Señor,
ten piedad.
Todos:
Padre nuestro...
Sacerdote: -Libra,
Señor, sus almas
R.-De las penas del infierno
Sacerdote: -Descansen
en paz
R.-Amén
Sacerdote: -Señor,
escucha nuestra oración
R.-Y llegue a ti nuestro clamor.
Sacerdote: -El
Señor esté con vosotros
R.-Y con tu espíritu
Sacerdote: Oremos: Te rogamos,
Señor, que absuelvas las almas de tus siervos difuntos de todo vínculo de
pecado, para que vivan en la gloria de la resurrección, entre tus santos y
elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Sacerdote: -Dales,
Señor, el descanso eterno
R.-Y brille para ellos la luz eterna
Sacerdote: -Descansen
en paz
R.-Amén
Sacerdote: -Sus
almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios,
descansen en paz.
R.-Amén
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