jueves, 26 de noviembre de 2020

Hacer la maleta y despedirse En agradecimiento a las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paul.

 


Hacer la maleta y despedirse

En agradecimiento a las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paul.


“El ruido no hace bien; el bien no hace ruido.” San Vicente de Paul


 Todos hemos hecho más de unas cuantas veces las maletas. Una pequeña para un viaje corto. Una mochila con lo imprescindible para una peregrinación como el camino de Santiago. Una más amplia para tus merecidas vacaciones. Pero, ¿qué te llevas para no volver? Pues un arcón en el que se guarda lo viejo y lo nuevo (Cfr Mt 13,52) Aunque ya sabes que cuando sales de casa, enviada para la misión, lo que llevas al llegar no es más que la caridad recibida. Porque, Hijas de la Caridad, son hermanas de los que de ella carecen, y son muchos y muchas que con un pequeño atado y una gran sonrisa hicieron el camino que tomaba como puerto la ciudad de Vigo.


Sirva esto de introducción para la maleta o el arcón que las hijas del bueno San Vicente de Paul, ya han preparado como salida silenciosa de la obra que en el Berbés llevaba su sello desde hace más de 150 años. Corría el año 1868 en que arribaron al viejo convento de San Francisco las hermanas venidas para la misión de atender a los más pobres. El antiguo convento fundado en 1551, habiendo pasado las vicisitudes de la historia junto al mar, entre otros el saqueo del pirata Drake, llega al ocaso decimonónico de la desamortización. Los 40 moradores del convento conocen la expulsión, la iglesia atendida por la tercera orden las tierras del convento fueron adquiridas en subasta pública por Joaquín Romay, el edificio pasó a funcionar como Casa de la Beneficencia. A finales del año 1839, la reina Isabel II autoriza la cesión del edificio que, a partir de entonces, comienza a regular su vida interna.


El alcalde Ramón Abeleyra presidía el 22 de marzo de 1839 la reunión de la junta de caridad de Vigo en la que se adoptaría su nueva denominación como junta de beneficencia. Conformada por el alcalde, el prior de la colegiata, el médico titulado del Concello de Vigo, el cirujano, el boticario un contable y un secretario, aquella junta se marcaba como principal objetivo crear un hospital de pobres que asumiera las funciones de hospicio. 


El 18 de marzo de 1868 llegaban a Vigo cuatro Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Con la hermana María Górriz al frente se hacían cargo de la Casa de Beneficencia. Tan solo unos meses antes, el Concello de Vigo y el Gobierno Civil de Pontevedra recibían la autorización del Ministerio de la Gobernación para que se instalasen las religiosas en Vigo. El 23 de marzo de 1868 se firmaba en Madrid el contrato de las condiciones entre la comunidad, representada por el sacerdote Mariano Joaquín Maller, y el apoderado de la junta municipal de Vigo, José Díaz. A partir de entonces, la Casa de Beneficencia pasaba a denominarse Casa de la Caridad Hogar de San José. El objetivo principal será cuidar e instruir a los niños pobres, huérfanos o desamparados.

Desde Sor María en la fundación de la comunidad, hasta Sor Fernanda en este final, el número de hermanas que han pasado por esta casa es numeroso, pero más numeroso, si cabe en número y agradecimiento el de niños, familias y pobres que han conocido en este bello balcón de la ría la serena cercanía del amor de Dios. 


Mucho tenemos que agradecer la comunidad cristiana y la sociedad viguesa y diocesana a la ingente labor de las hermanas. Desde su llegada en el año 1868 en que estalla la revolución La Gloriosa en España y que supone el fin del reinado de Isabel II; pocas semanas antes de que el Papa Pío IX hiciese la convocatoria del Concilio Vaticano I; año en que el desarrollo industrial de la ciudad de Vigo era ya visible, pero sus desigualdades sociales también, la caridad no cesó, ni su obra casará pues no cesa de haber quien se acerque a la puerta de la Casa de Caridad a ofrecer su ayuda y colaborar con su obra. En 1868 la población de la ciudad era de 12.000 habitantes. La industria pesquera, el puerto y las conserveras, la migración, el crecimiento industrial, hace que la población llegue a crecer de forma que se convierta en una de las ciudades de Europa que más se desarrollen. 


Atentas a las necesidades, la Hijas de la Caridad fueron asumiendo más y más obras, no solo en la ciudad sino en toda la Diócesis.  Así en 1895 abren una cocina económica en la calle Oliva, en 1896 trabajan en el Hospital de Elduayen,  1903 abren el Asilo del Niño Jesús de Praga, en 1908 fundan en Tui, y continúa su larga lista en trabajos: Hospital Municipal, Hospital militar, “La gota de leche”, la Casa del Pescador, la Cruz Roja, el Orfanato de Panxón. Se convierten, con diferencia, en la congregación más numerosa de la Diócesis, siendo en los años 70 cerca de 80 hermanas.


Hoy, ya tienen las maletas abiertas en varias casas a las que han sido destinadas las que formaban la comunidad de la Casa Caridad. De aquella sobreabundancia, hoy quedan dos comunidades en la diócesis, el colegio Niño Jesús de Praga y la comunidad de la Milagrosa en Tui. La veintena de hermanas sobrepasan todas los 70 años, y esta es, para una familia como la Iglesia, una verdad dura de asimilar.


La Casa Caridad, dependiente de su patronato, continúa su labor con la infancia en su Casa Hogar y la acción cercana a los pobres en el Comedor de la Esperanza. Las hermanas se van pero su legado de buen hacer continúa. Y por nuestra parte, el agradecimiento nunca cesará. 


Quiero finalizar con un juego de palabras. Las hermanas son SOS, de que sale al socorro y alivia el dolor. Las hermanas son SOL, pues la caridad ilumina las sombras del corazón. Las hermanas son SON, sonido, palabra, susurro al oído del que necesita palabras de consuelo y esperanza. Las hermanas son SOR, auténtica comunidad de iguales y en amor.

Y rescato un papel que con cariño recibí y ahora entrego a todos: La palabra “Gracias” es corta, pero su pequeñez encierra todo lo que queremos deciros. Os presentaremos al Señor Jesús en nuestra oración.


Gracias Hermanas


Xabier Alonso

Delegado Episcopal de Acción Caritativa Social

Diócesis de Tui-Vigo


6 comentarios:

  1. Precioso agradecimento a tanta entrega e Caritas. Gracias HERMANAS

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias de corazón a todas las Hijas de la Caridad por vuestra generosa y gran entrega. En especial muchas gracias a la hermana Fernanda y su comunidad.
    Pido bendiciones para vosotras y para que allí donde vais sigáis haciendo mucho bien. Cuidaros mucho. Con mucho cariño.

    ResponderEliminar
  3. Que S.Vicente de Paul os proteja. Gracias por vuestra misión siempre callada y con una gran sonrisa al servicio de los más alejados. Que allá donde llegue vuestro peregrinaje sigáis con mucho ánimo e ilusión. Que la Virgen nuestra Madre cuide de vosotras.
    Un fuerte abrazo. Rosalía.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por tantos años que vuestra misión siempre callada y serena ha estado en Vigo, eso no se va, vuestro Carisma continúa. Que Maria os acompañe en vuestro nuevo destino.

    ResponderEliminar
  5. Que bonitas palabras tan merecidas para esos ángeles, que siempre con humildad, alegría y un esfuerzo incansable llenan los corazones y vidas de tanta gente. Doy gracias a Dios por poneros en mi camino. Aunque tengais la maleta abierta en otros lugares, siempre estareis cerca nuestra.

    ResponderEliminar
  6. Unas bonitas palabras para despedir un servicio de tantos años con amor y cariño. Gracias tb a ti Javi por las bonitas palabras. Abrazos. Sergio Barciela

    ResponderEliminar