domingo, 16 de marzo de 2025

UN RAYO DE ESPERANZA EN EL CAMINO DE LA CRUZ


UN RAYO DE ESPERANZA EN EL CAMINO DE LA CRUZ 

Hoy os invito a que leáis con calma los capítulos 9 y los primeros versos del 10 del evangelio de Lucas. En medio está el relato que se lee hoy en la eucaristía dominical. Jesús se transfigura, resplandece su gloria ante Pedro, Santiago y Juan en lo alto de una montaña, dialoga con Elías y Moisés, el iniciador del profetismo y el liberador de Israel, legislador por antonomasia. La voz del padre  descubre su presencia en la voz, la palabra "este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo". Este acontecimiento está en medio de un ir y venir de enseñanzas, disposiciones de Jesús al seguimiento, envío a la misión y oración constante... es un momento decisivo en la vida de Jesús. Necesita ir dejando en claro lo que sucederá en Jerusalén, las consecuencias de la obediencia al proyecto del Padre, las exigencias de llevar a término el anuncio del Reino, la proclamación del Año de Gracia, la liberación... el júbilo, la acción santificadora del Padre que es bueno, santo y compasivo, rico en misericordia. 

Seguir a Jesús es ponerse frente  frente a su identidad (Lc 9,20) es el Mesías de Dios, es acoger el misterio pascual, preparase para el camino de la cruz, el silencio y la esperanza de la vida resucitada (Lc9,22), es abrazar la cruz, perder la vida para ganarla (Lc9,23 ss) es vivir la movilidad, seguir adelante, echar mano del arado (Lc 9, 57 ss)

Y en medio el silencio, el temor, el desconcierto se adueña de los discípulos. Los miedos son lógicos y necesitan una luz, y Jesús les ayuda a subir la montaña, a orar en silencio, a espera. Les muestra la gloria, la historia de un pueblo llamado a ser signo de libertad y palabra esperanzadora, les enseña a despertar del letargo, pues caían de sueño, a espabilarse, a escuchar a voz del Padre. Este camino del Tabor es un ejercicio de acompañamiento en el discernimiento del discipulado que todos necesitamos. Vivir el discipulado y el apostolado supone abrazos de  nuevas decisiones de entrega, de generosa renuncia... pero con la vista puesta en la gloria final. Supone caminos de Tabor y Gólgota, de sueño y despertar a la vida. Ellos, Pedro, Santiago y Juan son despertados por la luz, por el resplandor, por el culmen de la resurrección que llegará. Pero antes deben también pasar por Getsemaní, en el que dormidos están al lado de un Jesús que discierne y decide "aquí estoy", en el que comienza lo anunciado en el camino, la voz del Padre que se hará silencio para la libertad de la palabra y del amor.

Discípulos (Lc 9,23 ss; Lc 9, 57ss) Seguimiento de Jesús y dispuestos a ello; apóstoles enviados (Lc9,1ss) 

Celebramos con gozo el día del seminario, semillero de esperanza. La llamada del Señor deposita en la vida de todos los bautizados y de los jóvenes una invitación. Es la comunidad a través de la pastoral ordinaria de cada parroquia, grupo, movimiento, la que ayuda a realizar un discernimiento, dará las herramientas de formación, ayudará a tener la capacidad de decir sí y acoger la voluntad del Padre. Serán servidores de esperanza en un mundo incapacitado tantas veces para el amor, la unidad, el perdón... y darán una mirada a lo alto de la montaña para disfrutar por un momento de la gloria y seguir adelante. 

Rezamos por los seminaristas y por los jóvenes.. Feliz domingo

1 comentario:

  1. En El Tabor recibimos con Jesus, la confirmacion de ser hijos amados del Padre

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