domingo, 27 de marzo de 2022

El dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas


 El pasado viernes, Solemnidad de la Anunciación del Señor, nos unimos como Iglesia suplicante pidiendo por medio de María la paz. Con el Papa Francisco rezamos la oración de consagración al Inmaculado Corazón de María. Una extensa plegaria, que os enviamos en este mensaje para que lo recéis en vuestros hogares. Este domingo lo haremos también en las parroquias. Nos consagramos a María para identificarnos con su corazón: limpio, pues de quienes es así el corazón verán a Dios. Y podremos verlo en la cotidianidad de cada día, lleno del nerviosismo que producen las noticias de terror que proceden del este europeo. Limpio como el de María, confiado, que se abre a la acogida de la Palabra que lo llena todo del sentido de la Verdad que es su Hijo. Limpio, que es lucidez, que deshecha lo que oscurece la Luz de Dios. Limpio, que es acción, de llevar esperanza y alegría en el servicio por los demás. Limpio, constante, que sabe asumir los riesgos de cada momento. Limpio, que es fortaleza, que permanece al lado de la cruz. Limpio, que es espera, consciente de nada puede derrotar el amor de Dios. Limpio, que es victoria, la que definitivamente hace de María la partícipe del Reino de los Cielos. 

Un corazón como el tuyo, María, para ser corazón que palpita al latido de la esperanza de la paz. 

Texto de la Consagración.

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

 

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

 

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

 

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

 

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

 

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.


 

 

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

Tú, “tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

 

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

 

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

 

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

 

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

 

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.


domingo, 13 de marzo de 2022

PARTE DE GUERRA: Mirada y escucha

 


Cuando era pequeño no entendía por qué al telediario se le llamaba "parte". Luego supe que venía de los informativos de guerra que se comunicaban por la radio en España. Estamos asistiendo al parte de guerra de Ucrania que se actualiza cada hora, pero que, desgraciadamente, va siendo desplazado por las noticias que van teniendo peso en nuestra realidad social. Con sorpresa  he comprobado como esta semana en algunos informativos de radio, la guerra pasaba a ocupar la cuarta noticia,. o incluso, para mayor espanto no se decía una palabra. Las noticias eran ocupadas por las consecuencias que nos afectan: subida de la energía, precio de los combustibles, alimentación, etc. 

La guerra está y es un estado de situación que requiere respuestas ante esta realidad. Éstas no son solo de tristeza o desolación, sino de ampliar la capacidad de empatía, con la cabeza en su sitio, el corazón abierto y las manos activas. 

Hoy, el texto del segundo domingo de cuaresma nos sitúa a los apóstoles en un ambiente de desolación y tristeza. Jesús les comparte cual es la meta del camino a Jerusalén. Será entregado, crucificado, y resucitará. Quizás esta última no la entiendan ni sean capaces de asimilarla. Y contemplamos a Jesús que ora con ellos en la montaña, se transfigura, se muestra la victoria final, el rostro del redentor, la luz de la vida definitiva. Y una voz, este es mi Hijo, escuchadlo.

La tarea del camino cuaresmal y del discipulado es la identificación del rostro de Cristo y su contemplación y la capacidad de escucha de su palabra. Esta tarea es continua y nada sencilla. Pero es la tarea, el mandato del Padre de las misericordias.

Para la contemplación, abre los ojos, espabila la visión, echa un colirio que despeje la mirada. Una mirada limpia, sin prejuicios, dispuesta a sorprenderse y a empañarse en lágrimas.

Una escucha activa, empática, sincera, con calma y cercanía.

Mirada y escucha que hoy se realiza en Ucrania y en tantos lugares que son rostro de Cristo y palabra de seguimiento. ¿Acaso creías que esto se adquiere lejos de la realidad? No. Porque el Mesías es encarnación de la vida en la condición humana, y ésta, por muy duro que nos resulte, la de a guerra, es condición humana, es realidad de una sociedad y de la historia que se pierde en la encrucijada buscándose a si mismo.

Hoy te invito a ver el rostro y escuchar.

Buen domingo

Xabier Alonso

domingo, 6 de marzo de 2022

COA UCRAÍNA


Non pensabamos ter tan preto a guerra, ou máis ven, estar tan atentos a unha situación que nos afecta directamente. Pois guerras, por desgracia, vemos unha e outra vez. Non hai tantos anos que Europa vía con incredulidade un xenocidio nos Balcáns, e sen ir tan lonxe no tempo, os refuxiados de Siria atoparon as fronteiras pechadas cando fuxían da guerra... e insisto, non hai tanto tempo. 

Nesta ocasión vemos tambalear un orde social e internacional, quizáis pillado polos pelos, soportanto negociacións absurdas de anos incomprensiblemente complacentes cos que non aceptan na esencia a dignidade das persoas e os dereitos das mesmas. Porque este suposto orde ven dado por un equilibro económico de consumo que está minando e separando aos países ricos dos pobres. Non so foi a pandemia, senón moitas otras actitudes e decisións as que marcan as diferencias sociais, e tamén entre países.

E agora, que facemos? Pois para a emorraxia das feridas, pero teremos que ir á orixe da infección e sanar. O mundo está en observación, pero non deixemos que teña que entrar na UCI. Pero moitas mentes, pesamentos e corazóns está en estado de coma. Uns inducido pola situación que lles atordoou, outros pola desidia e deixándose anestesiar polos placeres, outros tomando un placebo que os convence de que nada está a psar e que é norma que haxa problemas e conflictos.

Precisamos tomar conciencia do que sucede, estra informados non é emborracharse de información, senón seleccionar e reflexionar. Hoxe podemos acceder a moitos datos, e envolvernos de terribles imaxes. Onte víamos a eses pais desesperados no hospital na morte do seu filliño de meses. Pero, amigos, con pesar digo, esas imaxes levamos anos véndoas en Orinte próximo, en Africa, en América latina. Si, desgraciadamente, os nenos e anciáns, os que teñen mermadas as súas capacidades, moitos son os inocentes que levan as de perder.

Facemos ao tomar conciencia de quen somos, pregoeiros da Boa Nova. Benventuranza para os que traballan pola paz, pois serán chamados fillos de Deus. Se buscas a paz creas fraternidade recoñecendo a orixe da nosa condición humana, fillos e fillas de Deus, irmáns. A compaixón ven dada non so polos sentimentos de dor ante este drama, senón, na empatía co irmán que sofre e compadecerse é unirse á mesma dor e buscar xuntos o consolo.

Convídote a que entres na páxina da nosa Cáritas diocesana e vexas as opcións que ofrecemos. Estamos a  traballar en rede coas Cáritas de Ucranía, Bulgaria, Polonia, Moldavia e Romanía, acollendo aos refuxiados e dándolles todos os servizos que precisan. Para colaborar entra e podes ver as opcións

https://www.caritas.es/tuivigo/emergencias/caritas-con-ucrania/

Que a Virxe María, Raíña da Paz nos alente a todos

moitas grazas

Xabier


miércoles, 2 de marzo de 2022

OFRECER VIDA NA MORTE

 


Unha vez rematada a segunda guerra mundial os diversos países, tanto os que estiveran nese magno conflicto, como os que configuraban xa o novo mapa mundial e aos que se foron engadindo os países de nova independencia, integraron unha das organizacións (ONU) que apostou decididamente por un cambio de rumbo máis humanizador e cunha decisión forte pola paz. As divisións fóron acentuándose nos bloques ideolóxicos e políticos que marcaron fondamente a sociedade durante décadas. Un bloque capitaneado polos EEUU e o outro pola URSS. Todos lembramos con pesar as consecuencias devastadoras dunha ameaza brutal como é a a posibilidade dunha guerra mundial. 

Como consecuencia de todo isto o Papa San Xoán XXIII publica a carta Pacem in terris, escrita a todos, homes e mulleres de Boa vontade, e cun desexo ben certo de que na persoa reside un dereito inalienable de poder vivir en un mundo en paz. 

Poucos anos despois, San Paulo VI, dirixiuse a Asemblea das Nacións Unidas chamando a todos a esta paz tan necesaria, porque, aínda que o conflicto non era armado, a violencia verban e a ameaza contra as persoas estaba moi presente. Naquel discurso, o papa Montini, citou o verso do profeta Isaías 2, das espadas forxaranse arados e das lanzas podadeira, xa non se adestrarán para a guerra, xa non loitará pobo contra pobo. No exterior do edificio de Nova Iorque luce esplendoroso un monumento que é expresión desta cita bíblica. Un home fornido (tedes a foto neste post) cun grande martelo golpeando unha espada e facer dela un arado. E así fixeron moitos, convertendo tanques en tractores, ou segadoras, fusiles e máquinas de vida e non de morte. Ata no santuario de Lourdes teñen no seu museo vasos para flores feitos coa carcasa das bombas, quitar a violencia e facela violencia.

O curioso e paradóxico do monumento antes citado, é que foi regalo da URSS. 

Nós, homes e mulleres deste século, despois de case 80 anos finalizado un dos episodios máis negros da historia, necesitamos dar unha resposta solidaria e fraterna. Non actuemos por medo, nin por impulsos pois pode ser para tempo, pero si con constancia e sabendo que non estamos entrando máis que sendo unha porta aberta ao cambio. A Cáritas Española ten hablitada conta de colaboración econ´çomica con esta emerxencia. Cos ingresos que recibe envía directamente por Cáritas internacional ás diversas Cáritas nacionais que están acollendo refuxiados, como a mesma Cáritas de Ucrania. Facer un donativo é doado e axiliza a acción. Asemade garda o recibo para despois presentalo cos datos en facenda. Convén que se vexa que a colaboración dun país a outros a través das OGNs ven da iniciativa particular e coa xenerosidade que sempre está presente. Podemos facer moito con pouco se somos moitos.

GRACIÑAS

Xabier