El domingo pasado la invitación de Jesús es la de un puerta estrecha que conduce al banquete del Reino. Quedarse fuera depende de nosotros. El que vive en la injusticia desconoce el don y no es digno pues desprecia al prójimo, a quien Dios nos manda amar como a nosotros mismos.
Hoy Jesús está en un banquete con gente rica e importante. Un jefe de los fariseos lo invita y todos lo vigilan. Estos hombres, pendientes de puestos, cargos, prestigios, honores, quieren estar cerca para escuchar bien, ser protagonistas y espiar a Jesús. Él aprovecha para recordarnos varias cosas:
1.- Es gozoso sentirse invitado. Si te invitan es que eres importante para el anfitrión.
2.- Que es desde la gratuidad donde uno espera cual es su lugar. No busca cada uno donde ponerse, sino que es el que invita quien te indica donde sentarte. Es una lección de buenos modales y de humildad
3.-. Desde la gratuidad descubrimos la grandeza de la vida que no se vive para ser compensados o tener réditos, o esperar resultados, eso es egoísmo
4.- El criterio de Dios es diferente del nuestro. El pone en primer lugar a los últimos, los que no cuentan ni valen, los pobres e indigentes
5.- Que gozo saber que estamos invitados. El Señor es quien nos invita, tiene preparado el banquete y será la gran fiesta de los benditos. Dichosos nosotros si vivimos así.
María es la mujer humilde que nos enseña este camino.
Feliz domingo
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