Y Dios rescata a su pueblo. Le sana de las heridas de un cautiverio causado por la lejanía de vivir en el camino del amor.
Y Dios desea que vuelvan, que sean libres, hijos e hijas en la libertad.
Y Dios les llama, junto a los canales de Babilonia, para que puedan cantar un canto de amor.
Y Dios les llama, a abrir caminos, a preparar senderos. A salir, a no dejarse encerrados.
Y Dios lanza una voz, un grito en el desierto. El amor grita, aunque no sea más que en un páramo, grita, para dar palabra a la esperanza.
Y Dios envía un signo, Juan, que alza la mirada y dice a todos, pre- parados.
Y Dios espera, pues promete que él nunca se va, está, aquí.
Feliz domingo
Xabier Alonso
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