Me atrevo a poner en escrito algunos pensamientos sobre los comentarios que se vierten contra el papa. La razón es la reciente visita de la vicepresidente del gobierno de España, Yolanda Díaz, al Vaticano en visita con el Papa Francisco. Realmente me siento avergonzado y me siento en la obligación de expresar mi postura, y lo hago a título personal, pues ciego momento en que la palabra de algunas personas creyentes resulta anti testimonial y provoca un grave daño a la comunidad cristiana.
Lo primero que tengo que decir es que ya está bien de sentirnos
el ombligo del mundo. Hay personas que consideran que somos la reserva
espiritual de Europa cuando estamos viviendo tiempos de secularización. Las
estadísticas nos demuestran la caída de la institución eclesial en el ámbito social,
la poca repercusión de la iglesia y la ausencia del dato de fe en la juventud.
En este sentido hay personas que han considerado un desaire por parte del papa
Francisco en haber escogido nuestro país para realizar alguna visita de
apostólica. Su estilo y su decisión lo llevan a ir a visitar lugares donde se
experimente sufrimiento y el dolor. Su opción no es únicamente la que deja por
escrito de que la iglesia debe ir a las periferias existenciales del hombre,
sino que el mismo toma partido. Así lo ha dicho desde el principio y así lo
sigue haciendo.
Cada pontífice elabora su agenda pastoral pero no únicamente
común a cuestas cuestión personal sino en comunión con toda la iglesia y
haciendo un discernimiento adecuado. Pero cada papa evidentemente tiene su
estilo al que no puede renunciar. A los europeos nos cuesta comprender una teología
del pueblo que rápidamente tratamos como teología de liberación. Desde el
comienzo del papa Francisco ha tomado postura por poner en Valor la doctrina
social de la iglesia que por otro lado el papa Benedicto había ensalzado través
de sus documentos dándoles la profundidad propia de su pensamiento teológico.
El papa Francisco ha puesto en el centro de la preocupación de la iglesia a los
pobres, de los migrantes, la paz del mundo, el trabajo, las desigualdades,
temas que no han estado ausentes en la doctrina de los pontífices anteriores.
Pero volviendo al tema de la visita de la vicepresidente, lo
que realmente me escandaliza es ver algunos sectores de la iglesia de la
sociedad escandalizados por esta visita. Cuando me refiero al egocentrismo en
el que estamos instalados es para decir que poco le importa el resto del
planeta que una segunda de a bordo de un país se entreviste con el papa. Creo
que la agenda de toma de decisiones de la Santa Sede no ha sufrido ningún tipo
de cambio y ni el papa se ha visto o deslumbrado, creo yo, por la enseñanza de
la diligente española.
Quisiera traer a la memoria que el 31 de enero de 1967, o sea
cuando el mundo estaba viviendo la tensión de una guerra fría, el papa Pablo VI
recibe en el Vaticano a Nikolai Podgorny. Estamos ante un hecho único y
trascendental que es la visita de un Presidente de la unión soviética y el
mayor mandatario del partido comunista en ese país a la Santa Sede. El tema que
trataron fue el mantenimiento de la paz en el mundo. De la misma forma
tendremos que recordar las visitas de Mijail Gorbachov el 1 de diciembre e de
1989 cuando aún no se había cumplido un mes de la caída del muro de Berlín al papa Juan Pablo II.
Supongo que todos recordarán que Benedicto XVI es el que establece relaciones
diplomáticas plenas entre la Santa Sede y Rusia. Bien es verdad que no es bajo
el régimen comunista pero la libertad de la por su ausencia. Todo el mundo
consideró como histórica la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, que como bien
sabéis sigue bajo el régimen comunista, y en aquel momento bajo la presidencia
de Fidel Castro que pienso que no era ninguna hija de la caridad.
Con estos ejemplos que podría multiplicar por muchos más,
reitero la libertad de la diplomacia vaticana para considerar en cualquier
momento do con quien, como y donde reunirse con los diversos dirigentes
políticos. El tono de enfado de algunas personas por la visita de Yolanda Díaz
es darle una categoría de visita de estado a un simple encuentro que yo
considero que no ha tenido mayor trascendencia.
Pero lo que realmente me escandaliza son los términos que se
utilizan para hablar del papa. Personas que pertenecen al ámbito de la
comunicación e ideológicamente inclinados hacia la derecha que sin reserva
ninguna insultan al papa. Creo que a la hora de defender los pareceres el
insulto sobra y es una demostración de la intransigencia la que se vive.
Algunos de los comentarios me recordaban los gritos de Tarancón al paredón y
otras expresiones de hace cincuenta años.
Por eso quiero recordar, a estos contertulios y algunos
divulgadores de pensamiento de misa dominical y comunión, que rezan el credo y que se aferran tanto
las normas y dictámenes, que sigue en vigor el código de derecho canónico. En
el libro sexto de las sanciones en la Iglesia en el canon 1369 dice:
Quien, en
un espectáculo o reunión públicos, en un escrito divulgado, o de cualquier otro
modo por los medios de comunicación social, profiere una blasfemia, atenta
gravemente contra las buenas costumbres, injuria la religión o la Iglesia o
suscita odio o desprecio contra ellas debe ser castigado con una pena justa.
Y en el canon 1373
1373 Quien suscita públicamente la aversión o el
odio de los súbditos contra la Sede Apostólica o el Ordinario, con el motivo de
algún acto de potestad o de ministerio eclesiástico, o induce a los súbditos a
desobedecerlos, debe ser castigado con entredicho o con otras penas justas.
Considero que en aras a una legítima libertad de expresión se
está induciendo al odio y usando excesivamente el insulto contra la persona del
Romano Pontífice. Flaco favor le están haciendo la Iglesia si creen que esa es
la forma de defenderla. A nadie se le niega la posibilidad del diálogo pero en
el momento en el cual se utiliza el insulto pierde toda autoridad.
Y por encima de todo esto está la misericordia.
Xabier Alonso
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