viernes, 31 de julio de 2015

SAN IGNACIO DE LOYOLA. No el mucho saber harta


Termina el mes de julio con uno de los grandes, San Ignacio de Loyola. El siglo de oro de las letras españolas fue también el siglo por excelencia de la sanidad en España. Cuanto bien ha  nos hace este año conocer a Santa teresa de Jesús en su 5º centenario de su nacimiento, pero, cuanto bien nos hace conocer e imitar a San Juan de la Cruz, a San Francisco Javier, San Pedro de Alcántara, San Juan de Ávila, San Juan de Dios, y un largo listado de hombres y mujeres, a los que el Espíritu inspiró una decisión radical por el Evangelio, tan perturbado y tan expoliado por los mismos miembros de la Iglesia. La Alemania reformadora de Lutero se revelaba contra unos vicios que situaron a los que no aceptaban las actitudes de la Iglesia en una posición contraria. Pero la auténtica  reforma vendría por el Espíritu, la que comienza con cada uno. Y estos santos son el buen ejemplo de, contra viento y marea, e, incluso siendo cuestionados por la Iglesia, supieron reformar desde dentro lo que la Iglesia misma necesitaba.
Fijémonos en Ignacio de Loyola al que celebramos hoy. La convalecencia de las heridas de guerra le hacen reflexionar sobre su vida, la lectura de vidas de santos les interpela para preguntarse, si ellos lo hicieron yo también, la respuesta a abandonarlo todo para realizar una nueva búsqueda le conduce hasta Manresa y vivir la experiencia de lo que después serán lo ejercicios espirituales. Su fruto fue la Compañía de Jesús, los Jesuitas, que tanto bien le han hecho a la Iglesia. Su pasión, anunciar a Cristo; su fundamento, dar gloria a Dios; su entrega: hasta el fin;  su amor, total; su novedad, la del Espíritu. 
Hoy, cualquiera de nosotros, podemos gozarnos de su obra participando en unos buenos ejercicios espirituales, que nos descubren a nosotros mimos y nos acercan a la voluntad de Dios. Hace unos años tuve la oportunidad de participar en varias tandas de ejercicios personalizados. Creo que fueron los momentos espirituales más intensos de mi vida, los añoro y deseo que otros puedan vivirlos. Cada día iba adentrándome, guiado por el director, en un laberinto que soy to mismo, conociendo recovecos escondidos que justifican muchas actitudes negativas, escuchando con novedad palabras sabidas pero poco saboreadas, luchando hasta el agotamiento en la batalla decisiva de con quien estoy, con Dios o con el Malo. El susurro de la voz de Dios entra como un viento fresco en el alma y provoca una sensación de que eres amado, valorado, que El se preocupa y espera, que todo tiene sentido, y el servir es desde la humildad. De vez en cuando tomo en las manos el libro de ejercicios y hago alguna de sus meditaciones, y, dejo que sea el Señor. 
Quiero poner dos frases. La primera es del número 2 y dice: "No el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y gustar la cosas internamente"
Y la segunda es la oración de la contemplación para alcanzar amor:
"Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis, a Vos, Señor lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta".

No os olvidéis de rezar por Francisco, el primer papa jesuita.

Nosa Señora da Franqueira, axúdanos a gustar do amor de Deus

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
31-07-15

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