domingo, 22 de febrero de 2015

PRESENCIA


Descubrir la presencia de Jesús en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el que está en prisión, en el forastero es la llamada de hoy en el Evangelio. La narración de la parábola del juicio final nos reclama una respuesta, que no espera al fin de los tiempos, sino que es la respuesta que cada día debemos dar ante el rostro doliente del hermano, sí, el hermano y la hermana que están despojados de su dignidad y que en el silencio que opaca la misma sociedad le impide decir con un grito "estoy aquí". El papa Francisco en el mensaje de la cuaresma de este año nos impera a que desterremos de nuestra vida, primero de nuestra conciencia, y después, de nuestra realidad cotidiana, toda indiferencia. Hemos puesto sobre nuestras espaldas un impermeable que nos impide que el dolor del los demás nos llegue a mojar y a resfriar, porque cuando estás a la intemperie te sientes indefenso y débil de no poder ejercer el poder que tantas veces ambicionamos. Dios no nos quiere ni superheroes, ni sabelotodo, ni arregla todo, sino que, sigamos contemplando el misterio de la encarnación en el rostro del hermano. 
Hoy acerquémonos al
Hambriento de pan y de trabajo, de casa y familia, de amor y consuelo, de paz y perdón.
Saciemos al sediento de fe, de esperanza y de caridad.
Acojamos al forastero, al que no es aceptado por sus diferencias, al que nos es comprendido por sus rarezas, al que no es incluido por sus deficiencias
Vistamos al que está desnudo, al que es despojado de su dignidad, al explotado en su intimidad, al que miran como mercancía, al que pasa frío porque le falta el calor del corazón.
Compartamos el sufrimiento del enfermo, la soledad del que no encuentra alivio en su dolor, carguemos el peso del que ya no soporta el peso de la angustia.
Crucemos las rejas de la prisión que encadena al que ya no creen en el hombre, ni en el mundo, ni en la justicia. Rompamos las cadenas del que están encadenado por el pecado.
No esperemos a mañana, hoy es día de juicio, porque nos examina el amor.

María, Nosa señora da Franqueira, llena nuestra vida de la auténtica caridad.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
23-02-15

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