"Salió un sembrador a sembrar...", este inicio es casi tan conocido entre los católicos como "En un lugar de la Mancha...". Es, junto a otras perlas del Evangelio, véase, el hijo pródigo, la oveja perdida, el juicio final, una de las enseñanzas que mejor han calado en nosotros. Mucho se tiene dicho sobre ella, yo hoy me invito y te invito a ser tierra buena, fresca, aireada, esponjosa, tierra que desea ser sembrada y dispuesta a dar el mejor fruto. Porque la semilla caída en el camino, o en el pedregal o entre zarzas no puede más que hacer que la semilla quede infecunda. Para evitar esto necesitamos estar muy atentos y prevenidos a no ser duros en la acogida de la Palabra, porque esa dureza es la usada por el Maligno para arrebatarnos lo poco que cae en nosotros. El mal entra pro la dureza de corazón. Ser constantes y profundizar en nuestras vidas, porque la superficialidad del terreno pedregoso es propia del que pasa por la vida se forma alegre, que recibe la Palabra como una propuesta más de la vida, pero su interior está vacío. Es bueno formarse, conocerse a si mismo, crecer interiormente, dedicarse cada día un tiempo y despejar las piedras que nos estorban: las apariencias, la vanidad, ... Cuidado con las riquezas y su seducción, las preocupaciones de la vida y los deseos, porque ahogan la Palabra. Sí, "o Dios o el dinero", dice Jesús. Cuidado porque en este momento rige más el mundo lo económico que lo razonable, a riqueza que la justicia, la posesión que la equidad, el deseo de más que la verdad. No solo ahoga la Palabra, sino que, ahoga al hombre en una sed de querer más y dejarlo sin el sentido último de la vida.
Ser tierra buena es dejarse llenar de la Palabra. Porque la tierra sin siembra es tierra, pero cundo comienza a nacer y florece, y da fruto decimos es un campo de trigo, o de maíz, o de centeno, ... ya no es tierra sino lo que la Palabra ha dado. Ya no es campo, sino que, su identidad, su imagen, su misión, es la Palabra. Así, si escuchas, como tierra buena, entonces serás lo que la Palabra hace en tí.
Tierra buena es María, ella recibe y su identidad es lo que nos entrega, su Hijo, el Hijo de Dios.
Feliz día a todos.
Javier Alonso
A Franqueira
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