domingo, 18 de enero de 2015

INVITADOS A LA BODA



En estos últimos años ha descendido el número de bodas, sobre todo donde la población va envejeciendo, y además, algunos dicen que por la crisis, no se si tanto la económica como otras crisis que afectan más profundamente. Jesús, ante la pregunta de los fariseos, y ya empiezan los problemas legalistas en el segundo capítulo de S. Marcos, de por qué los discípulos de Jesús no ayunan, pues bien, Jesús les pone el ejemplo de una boda. ¿Cómo van ayunar los amigos del novio mientras dure la boda?.
Y es que a Jesús le gustaba eso de ir de boda. El día en que en Caná, después de la insistencia de la Madre, comienza sus signos convirtiendo el agua en vino, no solo para solucionar un problema urgente, sino para anunciar el vino nuevo de la Pascua, su entrega. Las aguas enrojecieron, los comensales se alegraron, porque comienza el gran banquete, lo que había anunciado Isaías, la mesa de manjares suculentos y vinos sabrosos. Y es que, con una visión tan triste de nuestra fe, nos hemos olvidado que somos un pueblo en fiesta, una familia que celebra la Alianza esponsal del esposo, Cristo, con toda una esposa, engalanada, embellecida y enjoyada, que es la Iglesia, que somos nosotros. Huy, que bueno es vestir el traje de fiesta, esto es, revestidos de la belleza de nuestra fe bautismal, iluminados por la luz pascual, alegres como los ángeles, y llevando por todo el mundo la hermosura del gran banquete nupcial, la Eucaristía.
Porque no olvidemos el auténtico ayuno es "defender al  huérfano y a la viuda", cambiar el traje de luto por el de fiesta, llevar la justicia y el derecho, vivir la unidad y transmitir la paz. El ayuno que el Señor quiere es el que a nadie le salten la lágrimas porque no puede poner un plato de comida en la mesa, vestir a sus hijos, darles una buena educación y salir cada mañana a ganarse el pan de cada día. Vivir la pobreza, santa y alegre, evangélica de que a "nadie le sobre para tirar y a nadie le falte para vivir". Y a mí, y a ti, posiblemente nos sobren muchas cosas, porque nos hemos creado muchas necesidades banales y falsas. 
Para ir de boda, para hacer fiesta, no son las cosas, sino las personas las que las hacemos. 
Este día estamos invitados a vivir la unidad esponsal.
Si estás casado recuerda el día de tu enlace matrimonial, renueva el amor recibido y compartido y da muchas gracias a Dios.
Feliz semana
Javier Alonso 
A Franqueira

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