Seguimos en el primer capítulo del evangelio de Marcos y se poco a poco van apareciendo en escenas los distintos personajes que configurarán las distintas narraciones. Evidentemente Jesús es el principal, Juan Bautista, hace unos domingos, los primeros discípulos hace ocho días, y hoy, las gentes que ya lo admiran y los escuchan, los enfermos que son liberados del mal y los espíritus inmundos que lo reconocen y lo temen. Jesús comienza a suscitar preguntas, porque su palabra y su acción cuestionan, remueven y conducen a lo que, no olvidemos, fueron sus primeras palabras el domingo pasado: "El tiempo se ha cumplido, ya está presente el Reino, convertíos y creed en el Evangelio". Y la pregunta que provoca: "¿qué es esto?".
Hoy Jesús sigue interpelando, sigue cuestionando, porque Él no viene a llenarnos de una palabra dulce que nos aleje de la realidad y nos sitúe en un "séptimo cielo" como si fuera un alucinógeno que provoca toda insensibilidad ante el mundo. Es el Hijo encarnado que entra hasta lo más "inmundo" y ahí, frente a frente, es capaz de sanar con la presencia. Es Jesús el que se coloca aquel sábado, en medio de una asamblea de oración, y enseña, predica con autoridad, y su palabra es nueva, provocadora, es la llamada a la conversión que ellos y nosotros necesitamos. No es la autoridad de los "entendidos" sino la sabiduría del que conoce el corazón del hombre, sabe de sus inquietudes y responde a sus preguntas. No es el "letrado" sino la Palabra, es Dios mismo quien habla, no la interpretación, sino su voz. Es la autoridad del que viene a acabar con el mal que atenaza al hombre. Es la autoridad del que increpa y expulsa, aleja del hombre lo que le conduce al desastre. Es la autoridad no de algo, sino de alguien. Y por eso yo también me quiero preguntar este domingo, al acercarme al templo para celebrar el día del Señor:
¿Quién es éste?. Quién es el que en un lugar a miles de kilómetros, hace cientos de años, sigue hoy llamándome también a mí y a ti a dar una respuesta. Quién es éste que su voz no se apaga, su poder libera, su acción sana, su mirada transforma, su corazón palpita y se escucha en mi alma. Quién es éste, quién, que está y llama.
¿Quién es éste?. Porque no es solo su palabra o su acción, es su presencia. Este domingo El está en medio de su pueblo y habla con autoridad, y libera y sana.
Gracias Señor.
Nosa Señora da Franqueira. Roga por nós.
Javier Alonso
A Franqueira
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