domingo, 17 de febrero de 2019

FELICES



Hoy el evangelio nos regala el relato de las bienaventuranzas en la versión de S. Lucas. Te invito a que las leas con calma. Piensa un momento. Cuando la vida se ofrece en la comodidad, todo hecho, cuando nuestra aspiración es tenerlo todo a costa de lo que sea, pasarlo bien como sea, saciarnos con lo que sea de forma compulsiva. Entonces, en nuestra vida lo que hay es vacío.
Pero la estrechez, la necesidad, los peligros, la fidelidad ofrece la oportunidad del encuentro con uno mismo. 
El que vive en la sencillez y la austeridad, se identifica con quien se hizo pobre, el Señor. Se solidariza con los que viven en la miseria, comprendiendo la escasez, no con pesar, sino descubriendo  las oportunidades de la felicidad en el compartir "hay más alegría en dar que en recibir". No pone su seguridad en las cosas, ni depende su vida de ellas.
"De grandes cenas, están las sepulturas llenas". El que no tiene reparo en hacer excesos y derrochar la comida no sabe lo que es vivir, porque "comemos para vivir, no vivimos para comer". En la necesidad lo poco se comparte y multiplica.
El que no experimenta la fragilidad y sus ojos no derraman lágrimas no experimenta la fragilidad y no puede recibir consuelo. Las lágrimas son una puerta abierta a la mansedumbre y a ser consolados. Lo humano no es sinónimo de serio, el que vive de forma madura y consciente, sabe lo que es la auténtica alegría, y llega a reírse de si mismo. En un mundo gris por el miedo a la incertidumbre de lo que podrá venir nos reímos de cosas banales, pero no quiere decir que seamos felices.
Alegraos y saltad de gozo, si sois cuestionados, perseguidos, odiados, excluidos, si no estáis en la lista de los más influyentes, si os invitan noticias falsas, si os calumnian con falsedades, si os hacen vacío, si os ven como extraños o bichos raros, si no vais a la moda o a la última, si se ríen porque no pensáis como la mayoría, si se burlan porque no consumís y vais por otros caminos.
Felices, dichosos, bienaventurados

Feliz domingo
Xabier Alonso
17-02-2019



Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,17.20-26):

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacian vuestros padres con los falsos profetas.»

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