domingo, 5 de octubre de 2025

SERVIDOR Y NO SERVIRSE


SERVIDOR Y NOS SERVIRSE

Hace unas semanas, Jesús, en su empeño en formarnos como discípulos y acoger lo que significa vivir  la entrega por el Reino, nos sitúa en la encrucijada del camino: "no podéis servir a dos señores, no podéis servir a Dios y al dinero". La visión del uso de los bienes y la aceptación gozosa de la austeridad son el resultado de la acogida de la bienaventuranza de la pobreza en el espíritu para participar del Reino "Bienaventurados los pobres en el Espíritu porque de ellos es el reino" No es futurible, ni una quimera, ni una edulcorante para acallar las miserias pensando que la recompensa remediará las injusticias, sino que es el presente, la pobreza ya es pertenencia al Reino. "O Dios o el dinero" nos decía y el domingo pasado nos situaba en la consecuencias de la distancia que podemos provocar entre la pobreza y la opulencia, entre la salvación y la condena. El rico Epulón suplicaba una gota de agua después de haberlo tenido todo pero ser ciego ante la miseria que sufría Lázaro en un puerta.
Hoy, el evangelio, nos da una de la claves: la actitud del servicio. "Somos servidores, hemos hecho lo que debíamos hacer" Vivir en clave de servidores es afianzar el discipulado como trabajadores de un proyecto de amor, de vida. Esto no frena ni la libertad ni la autonomía, sino que nos sitúa como partícipes del proyecto de Dios que se va desplegando desde antes de la fundación del mundo. Así, María, se denomina a sí misma en el evangelio de Lucas "esclava del Señor" se sitúa en esta clave de disponibilidad total, de reconfiguración de su propio deseo y proyecto para participar en un camino que encamina a todo un pueblo a realizar las esperanzas que se venían anunciando desde antiguo por los profetas.

Necesitamos desterrar una visión de "ser servidores" que nace como esporas en nuestra sociedad y que también se hace presente en nuestra Iglesia "servirse de ser servidor". Puede parecer una expresión un poco liante, pero me explico. En todos los grupos sociales existen personas responsables que los denominamos por ejemplo servidores públicos. Éstos disponen de las capacidades para realizar una tarea por el bien común y para el crecimiento de la sociedad. Responsables políticos, de la educación y la cultura, de la sanidad, de la economía, y también la Iglesia, que aceptan ponerse a disposición de las personas, entregarse a un proyecto, dedicarse al progreso de la sociedad, tomar las decisiones de gestión, diseñar un método. Pero en muchas ocasiones nos encontramos que los servidores se sirven de su cargo, convirtiendo su tarea en dominio y a veces manipulación, de aprovecharse de su situación y sacar rédito, no solo económico, sino también emotivo, psicológico, satisfaciendo sus ansias de poder. Este no es servicio, esto es servirse a si mismo. Esto no es servidor.

Jesús nos sitúa en un sentido oblativo. Si la participación del Hijo de Dios entre nosotros fue a través de la palabra de María, sierva entregada al proyecto de Dios, será el mismo Jesús el que proclama yo he venido a servir y no a ser servido. Será Jesús el que nos enseña que servir es reducir distancias y que el primero es el último, que los pequeños son ensalzados y los humildes colocados en tronos. Será Jesús el siervo que viene a cumplir en su propio cuerpo lo que profetizan los cánticos del Siervo que proclama Isaías. Es Jesús quien se carga con el yugo para que no resulte pesado, el que acepta la humillación como sanación de lo que humilla al hombre.

Ser servidor necesita la fe intensa, aunque pequeña como una semilla de mostaza, que se abra al proyecto de Dios de forma confiada, conociendo este proyecto desde la Palabra y la contemplación.

Hoy, domingo, celebramos que el humilde siervo que se entrega como esclavo, siervo que se humilla, realiza el servicio redentor y nos ensalza en el trono de la gloria por la resurrección.
feliz domingo

1 comentario:

  1. Ser siervo es morir asimismo para entregarse a los demás, renunciando a la gloria y agarrándose a la cruz y todo esto con la ayuda de Jesús pues para nosotros por sí solos, es imposible de cumplir.

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