domingo, 29 de mayo de 2022

2º DÍA DE LA NOVENA. VER EL CIELO Y SANAR EL MUNDO


Damos un pequeño paso en nuestra peregrinación de esta novena. Un nuevo día, domingo, día de la Ascensión del Señor. Hay un canto que proclamaremos como oración "no os quedéis tristes, aunque me voy, aunque me voy yo volveré". Él, Jesús, no nos abandona, desde su glorificación todos somos llevados ya al cielo anticipadamente. La cuestión es si nosotros reconocemos que ya estamos participando de la vida en Dios. Por eso nos ha regalado, y así lo celebramos en Pentecostés, el don de su Espíritu. Es Dios, amor pleno, quien permanece dinamizando toda nuestra existencia, haciéndonos partícipes de su misma vida en cada gesto que nos regala a través de la Iglesia, comunidad de santificación. 

Cristo Resucitado asciende al cielo abriendo camino a la comunidad de hermanos y hermanas, a la humanidad rescatada, que contempla la gloria del Padre no como algo inalcanzable, sino como el hogar en el que "hay muchas moradas". Con maría, la Iglesia, repasa la gran lección de la humildad, por la que, el que lava los pies a sus discípulos invita a vivir como siervos y no señores, como hermanos y no rivales. Por eso, Ella, María, es icono perfecto de esta comunidad, en ella se cumple lo dicho por Jesús, "el que se humilla será enaltecido". Así, la "esclava del Señor" pone en los discípulos de Jesús la lección de la mirada esperanzada y esperanzadora.

Un día, un hombre de leyes, le preguntó a Jesús "¿cual es el primero de los mandamientos?" A lo que le recordó el amor a Dios y al prójimo. "¿Quien es mi prójimo?" Y Jesús le cuneta la parábola del Buen Samaritano. El legislador quería resolver la duda "¿que debo hacer para alcanzar la vida eterna? ¿llegar al cielo?. Ver en el rostro del hombre herido, en el que sufre, en el que padece, un hermano al que servir. Ya no hay muros, límites o prejuicios. Ya no existen fronteras, ni extraños, sino hermanos y hermanas. Porque, también nosotros, queremos escuchar del Señor "venid, benditos de mi Padre, entrad en el reino preparado para vosotros. Porque tuve hambre, sed, estuve desnudo, enfermo, en la cárcel, fui forastero y me acudisteis". El camino, hermanos, está abierto. Servir es reinar, entregarse es triunfar, amar es glorificar a Dios. Por eso María nos enseña a poner la mirada en este mundo, no pasmados mirando al cielo, sino descubrir el camino del cielo caminando por este mundo.

Y Jesús, el Cristo, el Señor, no nos abandona. 

1.- Nos regala su presencia en la vida nueva de los sacramentos con los que hemos sido iniciados: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Incorporados a la vida que nace de la fe, que se renueva en el encuentro con el que nos llama a vivir, con quien se ofrece como ungüento de suave olor que lo llena todo de alegría, con el que se hace alimento en nuestra debilidad. Es el Señor quien en su invitación nos descubre la vocación a consagrarnos en su Reino, en la familia o en la entrega como icono de Buen Pastor y en las bienaventuranzas. 

2.- Es el Señor quien derrama su sanación en los que peregrinando por la vida tantas veces caemos, y en la postración, tiende su mano, nos abraza, nos reconcilia con nosotros y los hermanos y nos devuelve la alegría del amor en el perdón. es el Señor, quien en la enfermedad, devuelve el ánimo, revitaliza los cuerpos debilitados para infundir la auténtica salud.

3.- Hoy estaremos al lado de las personas en situación de enfermedad. Hoy queremos proclamar una vez más a María como consuelo y fortaleza, salud y caricia para los enfermos. Esta tarde, después de la novena y de la Misa podremos escuchar el testimonio de una médico de familia, Paula. Con ella conoceremos de primera mano lo que significa ser acompañantes de las personas que están viviendo el drama del sufrimiento y del dolor. Queremos así estar también cerca de tantos médicos y sanitarios, enfermeras y trabajadores, que estos años han demostrado su valentía y vocación de servicio a los hermanos y hermanas. Muchos de ellos entregaron su vida atendiendo a los demás. A ellos les dedicamos también nuestra oración.

Preparamos así nuestra peregrinación interior a los pies de María y le decimos, enséñanos a ser humildes y sencillos, a ser servidores de la vida y personas esperanzadas y esperanzadoras.

Feliz día

Xabier Alonso



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