Esta tarde, con bombo y platillo miles y miles de luces se encienden en las ciudades, viendo cual es a más la que invierte, porque nos venden que no es gastos sino inversión, más caudales públicos en los alumbrados navideños. Hoy las ciudades, como la vecina de Vigo, junto a sus satélites inmediatos, comienzan una carrera sin tregua para demostrar a sus convecinos que no somos menos y colocamos nuestros adornos navideños como una demostración de poder mediático y comercial que convierte la fiesta de Navidad en una explotación más que devora la sociedad consumista. Solo en la ciudad olívica se acerca al millón de euros. Me deja perplejo que cuando se habla de otros gastos se dice, con ese dinero podríamos hacer hospitales, acabar con el hambre o vacunar en el tercer mundo, pero, viendo a nuestro ombligo aceptamos esa "inversión" como dicen, con silencio cómplice. Eso sí, con el barniz de llenarnos la boca de economías circulares, reciclajes y solidaridad que se nos da muy bien. Porque claro, a todo esto, no solo el gasto de material, sino, el personal de seguridad, el transporte, y yendo más puntillosos, eso de la contaminación... que somos muy ecológicos pero son miles de coches entrando en esta ciudad que estará saturada hasta los topes de gentes de todas partes.
Hace años se realizaban retiros y ejercicios espirituales en los días de carnaval. Las oraciones se intensificaban para hacer vigilias en desagravio por las blasfemias. Hoy, os digo la verdad, me dan ganas de irme a la iglesia y hacer oraciones en desagravio por los males del consumismo salvaje en el que estamos cayendo. Se que esto no le gusta a más de uno, pero, ¿hasta donde vamos a llegar? No se si recordáis que los alumbrados era cuestión de los comerciantes. Engalanaban sus calles. Los actos eran del asociacionismo y de las parroquias. Ahora ya no es cuestión de un equipo, sino de los líderes de turno, que nos "regalan" las fiestas. Así hacían los emperadores de Roma.
Y a mi me preguntan cuando pondré el Belén. Si aún no empezó el adviento. Cuando venga el Niño, que por cierto es el motivo de la Navidad, el nacimiento del Salvador, nos tendrá que salvar del hartazgo de fiestas y más fiestas, y le diremos, "déjanos tranquilos en nuestros placeres".
Siento que se nos va la pinza. Por favor, un poco más de luces en todo esto.
Es mi opinión
Tiene razón se nos va la pinza
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