XUBILEO DE SAN
XOSÉ 1
Desde o 8 de decembro de 2020 ao 8 de decembro de 2021 celébrase o Xubileo de San Xosé. Foi convocado polo Papa Francisco para conmemorar os 150 anos da proclamación do custodio do Redentor como padroeiro de toda a Igrexa.
Ao longo destas publicacións queremos
achegar a carta "Patri cordes" na que se afonda na devoción a San Xosé. Dinos o
Papa:
Sabemos
que fue un humilde carpintero (cf. Mt 13,55), desposado con María (cf. Mt 1,18;
Lc 1,27); un «hombre justo» (Mt 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de
Dios manifestada en su ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a través de los cuatro sueños
que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Después de un largo y duro viaje de Nazaret
a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro sitio «no había
lugar para ellos» (Lc 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc
2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el
pueblo de Israel y los pueblos paganos.
Tuvo
la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que
le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Como se sabe, en los pueblos antiguos poner
un nombre a una persona o a una cosa significaba adquirir la pertenencia, como
hizo Adán en el relato del Génesis (cf. 2,19-20). En el templo, cuarenta días
después del nacimiento, José, junto a la madre, presentó el Niño al Señor y
escuchó sorprendido la profecía que Simeón pronunció sobre Jesús y María (cf.
Lc 2,22- 35). Para proteger a Jesús de Herodes, permaneció en Egipto como
extranjero (cf. Mt 2,13-18).
De
regreso en su tierra, vivió de manera oculta en el pequeño y desconocido pueblo
de Nazaret, en Galilea —de donde, se decía: “No sale ningún profeta” y “no puede
salir nada bueno” (cf. Jn 7,52; 1,46)—, lejos de Belén, su ciudad de origen, y
de Jerusalén, donde estaba el templo. Cuando, durante una peregrinación a
Jerusalén, perdieron a Jesús, que tenía doce años, él y María lo buscaron
angustiados y lo encontraron en el templo mientras discutía con los doctores de
la ley (cf. Lc 2,41-50).
Después
de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio
pontificio como José, su esposo. Mis predecesores han profundizado en el
mensaje contenido en los pocos datos transmitidos por los Evangelios para
destacar su papel central en la historia de la salvación: el beato Pío IX lo
declaró «Patrono de la Iglesia Católica», el venerable Pío XII lo presentó como
“Patrono de los trabajadores” y san Juan Pablo II como «Custodio del Redentor».
El pueblo lo invoca como «Patrono de la buena muerte».
Por
eso, al cumplirse ciento cincuenta años de que el beato Pío IX, el 8 de
diciembre de 1870, lo declarara como Patrono de la Iglesia Católica, quisiera
—como dice Jesús— que “la boca hable de aquello de lo que está lleno el
corazón”
El don de la indulgencia
La indulgencia plenaria se concede en las condiciones habituales (confesión
sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo
Padre) a los fieles que, con espíritu desprendido de cualquier pecado,
participen en el Año de San José en las ocasiones y en el modo indicado por
esta Penitenciaría Apostólica.
— a. San José, auténtico hombre de fe, nos invita a redescubrir nuestra
relación filial con el Padre, a renovar nuestra fidelidad a la oración, a
escuchar y responder con profundo discernimiento a la voluntad de Dios. La
Indulgencia plenaria se concede a aquellos que mediten durante al menos 30 minutos en el rezo del Padre Nuestro, o
que participen en un retiro espiritual de al menos un día que incluya una
meditación sobre San José;
— b. El
Evangelio atribuye a San José el título de "hombre justo" (cf. Mt
1,19): él, guardián del "íntimo secreto que se halla en el fondo del
corazón y del alma", depositario del misterio de Dios y, por tanto,
patrono ideal del foro interior, nos impulsa a redescubrir el valor del
silencio, de la prudencia y de la lealtad en el cumplimiento de nuestros
deberes. La virtud de la justicia practicada de manera ejemplar por José es la
plena adhesión a la ley divina, que es la ley de la misericordia, «porque es
precisamente la misericordia de Dios que lleva a cumplimiento la verdadera
justicia». Por lo tanto, aquellos que,
siguiendo el ejemplo de San José, realicen una obra de misericordia corporal o
espiritual, también podrán lograr el don de la Indulgencia plenaria;
— c. El
aspecto principal de la vocación de José fue ser custodio de la Sagrada Familia
de Nazaret, esposo de la Santísima Virgen María y padre legal de Jesús. Para
que todas las familias cristianas sean estimuladas a recrear el mismo clima de
íntima comunión, amor y oración que se vivía en la Sagrada Familia, se concede la Indulgencia Plenaria por el
rezo del Santo Rosario en las familias y entre los novios.
— d. El 1
de mayo de 1955, el Siervo de Dios Pío XII instituyó la fiesta de San José
obrero, "con la intención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo
y que ella inspire la vida social y las leyes fundadas sobre la equitativa
repartición de derechos y de deberes”. Podrá, por lo tanto, conseguir la indulgencia plenaria todo aquel que
confíe diariamente su trabajo a la protección de San José y a todo creyente que
invoque con sus oraciones la intercesión del obrero de Nazaret, para que los
que buscan trabajo lo encuentren y el trabajo de todos sea más digno.
— e. La
huida de la Sagrada Familia a Egipto "nos muestra Dios está allí donde el
hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde
experimenta el rechazo y el abandono”. Se
concede la indulgencia plenaria a los fieles que recen la letanía de San José o
alguna otra oración a San José, propia de las otras tradiciones litúrgicas, en
favor de la Iglesia perseguida ad intra y ad extra y para el alivio de todos
los cristianos que sufren toda forma de persecución.
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