Ha llegado la hora de que el Hijo sea glorificado.
Al comienzo del Evangelio Jesús participa en una boda. "Mujer, no ha llegado mi hora" fue la respuesta a su madre al pedir por los novios que se han quedado sin vino. A lo largo del evangelio, a medida que se van sucediendo los hechos y muchos son partidarios de acabar con Jesús, la razón para que no sucediese "es que no había llegado la hora". Pero ya es el momento, la semilla está preparada, la tierra dispuesta, abierta para recibir la muerte que es vida, la derrota que es triunfo, el silencio que es palabra, el abismo que es encuentro, las tinieblas que se abren en luz. El estandarte del que lucha en la bondad y la justicia se alza como señal de victoria.
Llega la hora, y Jesús está dispuesto, su corazón está presto, su latido es el del amor. Ahora ya n hay vuelta atrás, para nosotros es misterio de amor, postración del creador ante la criatura, el Señor ante el siervo, el dueño ante su esclavo, el que da vida ante el que busca muerte, la misericordia y perdón ante le pecado.
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,20-33):
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
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