martes, 7 de abril de 2020

CRISTINA DE CASTRO. El adiós de una mujer embarcada en la mar



Esta madrugada falleció una de las mujeres más emblemáticas de nuestra Iglesia de Tui-Vigo Cristina de Castro. Desde este pequeño espacio le dedico mi mas sentido homenaje. 
Hay personas a las que se les puede definir con ese término que nos invitaba el Papa en el mes misionero: la Iglesia es Misión. O como se nos descubre en la Doctrina Social de la Iglesia: la Iglesia es Caridad. Pues Cristina es misión con la mar y sus gentes, es caridad con los más explotados en este ámbito. Con su pequeño equipo ha llevado por innumerables singladuras la nao del Apostolado del Mar. Recabó ayudas por todas partes y no se olvidó de las mujeres de los marineros con la Asociación Rosa dos ventos. Ahora se la veía frágil, encorvada, sin ese arranque de fuerza que da la juventud, pero con la lucidez de quien tiene en el centro el amor vocacional, el amor de respuesta, ante quien padece y sufre, pues es presencia del Señor.

En estos días de confinamiento con ella os invito a poner nuestra mirada en aquellos a los que ella ponía en su corazón y que para nosotros nos dan la clave para vivir estos días encerrados.
Marineros, en todas sus facetas y sectores, que pasan largos meses lejos de sus familias, "encerrados" en un barco que surca inmensos mares. No son el hogar, sino el lugar de trabajo, y sin mas posibilidad que elevar la mirada al horizonte y poner el deseo en volver a casa.
Las mujeres de los marineros, separadas de los suyos, las madres y padres, los hijos e hijas. La familia que solo se comunican, ahora gracias a los nuevos medios, por teléfono y que ven crecer a los suyos, superar los problemas y afrontar los riesgos sin su  esposo, padre o hijo.
Los migrantes y refugiados que encuentran en el mar su salvoconducto o el cementerio en el que se acaban las esperanzas de un viaje inacabado. 
El año pasado, compartimos como cada cuaresma, la oración de las 24 horas. Y sin poder levantar la cabeza por su dificultad para caminar derecha traían su nueva reivindicación. Un equipamiento de salvavidas que era pieza imprescindible para los marineros y que era necesario que llegase a todos.
La jornada de Voluntariado de Cáritas de Galicia que se celebró en Vigo el año pasado nos permitió visualizar la apertura al mar gracias a los detalles decorativos que con tanto cariño nos entregó para este evento.
Y como no, postrada delante del Señor Sacramentado en la Ofrenda del Mar que cada año reúne a nuestra diócesis en el Templo Votivo de Panxón y que preside nuestro obispo, promotor del Apostolado del Mar en la Conferencia Episcopal Española.
Cubierta por el manto de la Virgen María en su advocación del Monte Carmelo en sus procesiones por la Ría de Vigo y las celebraciones en el día de su fiesta.

Hace unos días el Papa Francisco nos invitaba a meditar el hermoso texto de la tempestad calmada, hoy, en mi recuerdo y oración por Cristina quiero traer este párrafo:

El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado.

Cristina, tu travesía ha llegado a su fin, en el puerto de tu singladura está el patrón que
guía nuestras vidas y ha convertida la tuya en Misión y Caridad. 
Cristina, gracias por tu generosa entrega y tu amor.
El sol se duerme en el horizonte, más allá de las Cies, y descansa sereno en espera de un nuevo día.

Xabier Alonso Docampo
Delegado de Acción Caritativa Social
A Franqueira, 07-04-2020

Os invito a entrar en este artículo de la Revista Vida Nueva





















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