REUNIDOS RECIBIMOS LA FUERZA DEL ESPÍRITU
He leído hace un momento un artículo que se titulaba "Un nuevo Pentecostés". Hacía el paralelismo entre ese día maravilloso en que los apóstoles reciben el don del amor de Dios prometido por el Señor Resucitado y nuestros hogares y la acción de la Iglesia que sale al encuentro de las personas heridas por esta pandemia. Una herida profunda que se clava en las carnes de nuestra sociedad haciéndola gustar el amargo sabor del sufrimiento.
El día de Pentecostés aquellos hombres y mujeres, con María en el centro, están encerrados en casa por miedo. No se atreven a salir. Pero están en oración. No han perdido la esperanza, y una vez más, María, como icono de la Iglesia naciente, da la clave: la unidad. Una unidad de espíritus que anima a no caer en el pesimismo. Saben que fuera está el reto de anunciar a Cristo, crucificado, muerto, sepultado, que desciende a lo más recóndito de la muerte de la humanidad: ¿Cómo hacerlo? Pues experimentando en ellos mismo el nacer a la vida nueva que engendra el Espíritu. María, anima a decir sí a la fuerza que viene de lo alto, al fuego derramado en los corazones de los que confían. A decir sí al amor.
Hoy, desde nuestros medios de comunicación, Dios entra con esa misma fuerza en nuestros hogares, nos arrebata el miedo convirtiéndolo en la fe confiada en quien entrega a su Hijo que se identifica con nuestro sufrimiento. Hoy, Cristo se hace presente con la palabra pronunciada en el Cenáculo: Paz a vosotros, no tengáis miedo.
Hermanos y hermanas. Dios nos bendice y nos une
Xabier Alonso
Hoy, desde nuestros medios de comunicación, Dios entra con esa misma fuerza en nuestros hogares, nos arrebata el miedo convirtiéndolo en la fe confiada en quien entrega a su Hijo que se identifica con nuestro sufrimiento. Hoy, Cristo se hace presente con la palabra pronunciada en el Cenáculo: Paz a vosotros, no tengáis miedo.
Hermanos y hermanas. Dios nos bendice y nos une
Xabier Alonso
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