viernes, 6 de marzo de 2020

PERDÓN Y VIDA

Nos parece un poco desproporcionada la pena para el delito que se comete. Que por llamar imbécil a alguien acabe en el infierno. 
Pensándolo bien, pues eso que dicen algunos que el infierno ya está aquí y lo hacemos nosotros, no está tan lejos si a quien tienes a tu lado y con quien estás llamado a vivir la unidad lo desprecias, ya lo anulas y matas en tu corazón. Cuando la humillación y el insulto es la forma de relación con los demás.
Pero el Evangelio no es ni una tabla de leyes , ni el código penal, ni una revista de consejos morrales, el Evangelio nos anuncia la Buena Noticia de que no es fácil superar la tentación del individualismo, el orgullo o la vanidad, que donde tenemos que vernos es en el espejo del corazón del Padre, que el proyecto es lo que une, que lo que sana son palabras de vida.
Hoy pon en el altar la ofrenda del crucificado, con tu vida, tu cuerpo y tu ser, únete a la ofrenda de Jesús que por nosotros ha pagado el precio de nuestros delitos. Pues en la cruz recibe insultos, desprecios y dolor, y allí se muestra el perdón y la paz para todos. En el lugar de la muerte se nos abre el camino de la vida

Xabier Alonso


Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,20-26):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo»

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