Cantos tirados ao borde do camiño, esperando un codelo, migallas que caen da mesa da opulencia. Riqueza e pobreza, sempre foi así. Non cambia. E se es pobre tamén serán xulgado, por algo será que chegaches ata aí. Ben che estivo. E se es rico, non estás sendo xulgado, senón que te xulga e envexa que moitos teñen de non estar no teu lugar.
O triste da actitude que ten o rico, non é que o sexa, senón que non lle vale para nada. Indifenrencia alsoluta, enfermidade moi contaxiosa, que lle cega a posibilidade de ver que na porta do seu pazo xace Lázaro pedindo esmola.
De que lle valeu a opulencia, banquetes e festas?
Pois non ten nin para unha pinga de auga e saciar a sede nos tormentos que lle asedian.
A distancia entre o rico e Lázaro na porta da casa é proporcionalmente tan grande como a distancia que separa o seo de Abrahám dos padecementos
Unha pinga de auga, un recado á familia, e nin un morto resucitado fará que cambie o corazón atrapado na abundancia.
Xesús, faime amar a pobreza, acoller a sonxeleza.
Déme unha ollada limpa, aberta e compasiva de quen xace pobre ao carón da miña vida
Dáme xestos de cercanía, compaixón e vida para o que padece
Xabier Alonso
Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice:
“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo:
“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».
No hay comentarios:
Publicar un comentario