viernes, 7 de abril de 2023

JUDAS ESTABA ALLÍ

Hemos llegado al final de la peregrinación cuaresmal. Abierto el pórtico del Tríduo Santo con la celebración del Jueves Santo de la Cena del Señor, se desborda por todas partes el deseo de renovar nuestra fe a los pies de un Crucificado que abre en nosotros el sentido de la esperanza. Hemos estado sentados a  la mesa de Jesús. La proclamación del texto del lavatorio de los pies nos emociona. La postura de Pedro, negándose a que Jesús realice en él el gesto por excelencia propio de los esclavos, nos remite a nuestra incapacidad de aceptar que Dios nos salva en lo último, lo que a los ojos del mundo no sirve más que para servir. Cedemos y delegamos la construcción social, personal, comunitaria y vital a los poderosos, abandonando la búsqueda de nuestra propia responsabilidad, quedando al margen de todo compromiso. Jesús, maestro y señor, lava los pies, dando ejemplo e invitándonos a realizar lo mismo. Abajarse, hacerse pequeño, humillarse, es la revelación plena del Dios hecho hombre. Nosotros, criaturas amadas, imagen y semejanza, somos invitados a lo mismo. Ser el primero se vive siendo el último, ser el más importante se realiza siendo esclavo.

Jesús lava los pies a todos, a Pedro, a pesar de todo. Pero, ¿y Judas? ¿dónde está? A él también. Si tomas el evangelio de Juan uno se queda sorprendido al descubrirlo. Jesús lava los pies a Judas. ¿Qué pasaba por su mente y su corazón? Por la del Señor y por la discípulo. Solo pensarlo se me hiela la sangre. Debió ser el silencio más cortante. Porque a Pedro, como vemos hoy en el relato de la Pasión, al negar al Señor, cantó el gallo y Jesús cruza su mirada con él y Pedro se derrumba llorando. Pero a Judas ni la mirada llena de amor del Señor le conmovió. Ya no era él, la persona del hijo de Simón Iscariote, ya estaba anulada. Y es que el pecado, la negación de la Salvación que viene de Jesús, anula toda posibilidad de perdón. Niega toda posibilidad de rescate. 

Pues creo que Jesús también murió por Judas, para salvarle, presenta en la cruz al que ya estaba colgado su cadáver de un árbol. Jesús también presenta al Padre el pecado del traidor que no soportó el peso de su pecado. ¿Se arrepentiría en el último instante? 

No esperemos al final para arrepentirnos.


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