domingo, 14 de julio de 2019

DÉJATE CURAR


Todos sacamos unas buenas conclusiones de la parábola que Jesús le relata al letrado. Como este buen hombre, el entendido en leyes, buscamos la mejor forma de cumplirlas. Cual es el primero, lo fundamental, lo que no debemos nunca olvidar, lo que sin eso no podremos alcanzar vida. Y la respuesta no es otra que la que había revelado Dios a lo largo de los siglos. ¿Nada cambia? Amar a Dios, con todo el corazón, toda tu alma, todo tu ser, y al prójimo como a uno mismo. Pues, ahora, cierras el librito y a seguir con la vida, como si nada. Sorprende que digamos, con toda serenidad, amar con todo. ¿Qué dices? ¿con todo?. Pues eso, cierro el libro y a seguir con mi mediocre vida intentando gustar la frustración de que para nosotros es imposible, pero para Dios, que todo lo puede lo hará, o que es cuestión de fe, o que solo están llamados los santos. Muchos son los llamados y poco los elegidos. Y con esta decepción del pecado de la imposibilidad de lograr lo primero y necesario, seguimos la vida. 
Pero la parábola, lejos de ser un adorno a la doctrina, o un ejemplo del que debemos servirnos para entender, es nuestra vida. Permíteme que desgrane algunas pequeñas reflexiones a la luz de los personajes.

Los sujetos a la ley son el levita y el sacerdote. Y esto lo entendía bien el letrado. Pues era conocedor de que aunque pudiesen parase a socorrer al pobre del hombre tirado en el camino, se complicaban la vida. Éstos pasarían a un ritualismo de purificador y así entrar a realizar los sacrificios en el tempo y las ofrendas a Dios "compasivo y misericordioso". Hoy, también, adornando nuestra vida de leyes sabemos cual debe ser el comportamiento ante el sufrimiento y la injusticia de los hombres. Todos tenemos una bolsa llena de buenas razones para resolver las desigualdades, lo que deben hacer los estados y gobiernos en las relaciones internacionales, las políticas que se deben fomentar, las normas y las penas para quienes no las cumplan. Pero, a mí no me toca hacerlo. ¿Estar con el miserable tirado en la vida? Pues, eso, para eso están las leyes. Yo no puedo complicarme la vida, puede que después el expediente policial o ante el juez esté manchado por llevar a un drogata al hospital, porque tendría que dejar los datos, y eso no me conviene, por pureza de expediente como ciudadano. No voy a ponerme con aquellos que intentan salvar a las mujeres que trabajan en un local de alterne esclavizadas por redes de trata. No, hombre, no vayan a pensar que eres cliente y quede tu expediente impuro. Pero no me vas a pedir que le eche una mano a los inmigrantes, no se crean que estoy también en malos rollos, o que me pidan cosas, o ... 
Y entonces, ponemos la lista de cosas buenas: lo primero rezamos, nos compadecemos, nos duele, somos sensibles pues cambiamos de canal al ver estas desgracias en la tele, o hacemos un gesto de dolor. Pero tranquilo la vida sigue. Pero hacemos alguna cosilla, y ayudamos. 
Pues seguimos en la mediocridad, porque e levita, el sacerdote, que pasan de largo, somos tú y yo, porque la ley es la misma Amar sobre todas las cosas, amar con todo el corazón, con todo tu ser, con toda tu alma, y al prójimo como a uno mismo. Y la ley se convierte en una carga insoportable por inalcanzable.
Pongo ahora nombre a los dos personajes que falta por comentar, excluyendo al posadero, que de ese no digo nada. 
El hombre tirado son estos todos de los que te hablaba: pobres, inmigrantes, excluidos, tirados en la calle, drogatas y adictos, prostitutas y alcohólicos, enganchados e adiciones impensables, maltratadores y maltratados, pero ahora mírate tirado, tú y yo. Pon los zapatos de todos ellos, toca fondo en tu miseria, experimenta el silencio agobiante de no levantarte en la vida. Yo lo veo en mí, ¿y tú?.
Porque, el Buen Samaritano, el Jesús de corazón inmenso, de amor infinito, de misericordia y bondad, es el que de forma desinteresada, gratuita, amorosa y compasiva, carga al hombre, al perdido como la oveja, al esclavo de sus miedos e impotencias, de las miserias, y lo cura con el "aceite del consuelo y el vino de la esperanza". Mientras no experimentemos el ser sanados por Jesús poco saldrá de nosotros, sino buena voluntad y aguante para hacer las cosas por los demás por diversos motivos, pero sin llegar más que a poner con el buen deseo algo bueno en este mundo de desigualdades. 
Si el domingo pasado decía déjate querer, hoy tengo que decir y decirte déjate cuidar, déjate sanar, déjate cuidar. Y cuando vemos la grandeza de quien nos sana, podremos salir a sanar, cuidar, porque siendo amados podremos amar.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió:
«“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”».
Él le dijo:
«Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo:
«El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».



Feliz domingo
Xabier Alonso
14-07-2019







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