sábado, 22 de octubre de 2016

DIOS COMPASIÓN





El Dios apasionado que se compadece es el que nos presenta este domingo  el evangelista Lucas, evangelista de la misericordia.

1.- Dios oye. Sí, muchos prefieren un dios mudo, sordo, ciego y torpe, para que diga lo que uno quiera, oiga lo que uno diga, haga lo que a uno le apetezca. Pero esos son los ídolos, y no solo los que en otro tiempo honraban, sino también los que actualmente someten la conciencia y el corazón de tantos. Porque el amor convertido solo en placer, el progreso convertido en tener, el honor convertido en poder, el espíritu convertido en superstición, convencen al hombre de ser dueño de su propio destino y manipulador de los que no le gustan. 
Pero el Padre bueno que nos muestra su rostro en Jesús es el que oye el calmor de su pueblo, siente su sufrimiento y se acerca a su dolor. Así, envía a Moisés para liberar, a los profetas para convertir, a los creyentes para acompañar. El huérfano y la viuda, como nos dice la Escritura, tienen su preferencia y desea para ellos el bien, el peregrino y refugiado son acogidos en su corazón, el hambriento y desvalido son saciados en su necesidad. 
Oye, Señor, el calmor de pobre. Oye, Señor, el dolor del pecador.

2.- La justicia de Dios. Los que escuchaban a Jesús se consideraban buenos y santos y juzgaban a los demás, por eso les cuenta la parábola que este domingo se proclama en la liturgia. El fariseo, lleno de orgullo que ve por encima del hombro a los demás, se siente justificado y lleno de orgullo presenta ante Dios su hoja de méritos. "Mira que bueno soy" le decimos también nosotros. "Yo cumplo, yo hago, yo, yo, yo...". En cambio el que salió perdonado fue el publicano, oh, sí, el pecador que, sin levantar su mirada, solo repetía su petición de perdón. 
Ah, justicia de Dios que conoce el corazón del hombre y su deseo de paz. Una invitación al final de este jubileo de la Misericordia para que no olvidemos la llamada que el Señor nos hace: es El quien perdona, sana, libera, da vida. 

3.- Sed misericordiosos. Esta peregrinación hacia la justicia del Padre que salda nuestras deudas y nos llena de su amor es una llamada a no desvirtuar la imagen de nuestro Dios. Es el que pacientemente espera nuestro regreso para rehabilitar lo que el pecado ha dañado. Es la llamada a que quien grita se sienta escuchado, así, llevando la misericordia no llevamos nuestro bien hacer, sino la justicia de Dios allí donde el hombre sufre.
Acerquémonos al hambriento, al sediento, al desnudo, al pobre, al enfermo, al desvalido, al encarcelado, al que vive en el duelo, al que no conoce, al que no sabe, al que vive en el pecado... y pongámonos a sus pies para servir, porque Dios ha escuchado su grito silencioso. No llevemos el juicio de nuestras pequeñeces, sino, la misericordia del Padre.

Nosa Señora da Franqueira, neste domingo das misions axúdanos a saír na busca da persoa que sofre e levarlles consolo e paz, a Boa Nova da Misericordia.

Feliz domingo
Javier Alonso
A Franqueira
23/10/2016

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