SACERDOTES: DARLO TODO A TODOS PARA TODA LA ETERNIDAD
Hoy celebramos en nuestra diócesis de Tui-Vigo, y en su iglesia madre, la catedral de Tui, la Misa Crismal. En ella el Sr. Obispo, en esta ocasión D Antonio por primera vez, junto a su presbiterio renovamos el ministerio del presbiterado y bendice los santos óleos de los catecúmenos y de los enfermos y consagra el Santo Crisma. Este aceite es mezclado con esencia de aromas florales que le dan un carácter especial. Reciben el soplo del obispo que simboliza la efusión del Espíritu. Con este aceite aromatizado se impregnan, se unge a los bautizados, los confirmandos, los sacerdotes y obispos, los altares e iglesias. Al impregnar de aceite y llenarlo del aroma desvelamos la belleza que reside en la fuerza del Espíritu que posibilita que criaturas frágiles, rescatadas en la cruz, resucitadas en la pascua, podamos ejercer el ser Cristo en medio de la realidad histórica. Ungidos para ser el Ungido, para mostrar el poder del amor, del servicio, de la liberación, de la entrega, de la gratuidad y el don. Enviados y fortalecidos por el espíritu para llevar lo que hemos sido llamados a ser. Os comparto la lectura de esta celebración.
Hoy se cumple. Hoy los sacerdotes miembros de un presbiterio, un grupo de hombres vocacionados, llamados, que en su debilidad han dado una respuesta de fe al Señor y en el sí entregado han experimentado la fragilidad en la peregrinación de la vida. Hoy, no podemos decir que ser sacerdote es un título de prestigio social, que son reverenciados como antaño y que no se si era por respeto o por miedo. Ser sacerdote no es un mago del espíritu que conoce los secretos de misterios inaccesibles y tiene poderes ocultos. Ser sacerdote no es un gestor de economías poderosas, ni es un influencer de seguidores fans de sus discursos. Más bien un sacerdote se convierte en noticia cuando mete la pata o hace una trastada de estas gordas.
Soy consciente que la vocación no es un atractivo para la gran mayoría de los jóvenes. Pero no hablo solo de la vocación al ministerio sacerdotal, sino el saberse amado- llamado por Dios para un proyecto de amor. No es fácil que la vivencia de un joven sea la de descubrir la llamada interior, de reconocer el paso de Dios por su vida, el configurarse a una respuesta total y permanente, darlo todo a todos y para siempre. En un tiempo de volatilidad y sueños fugaces, vuelvo a decirlo darlo todo a todos para siempre, no suena a tractivo, pero no lo es hasta que no encuentras el AMOR que lo da todo a todos para toda la eternidad.
Por favor recemos, recemos mucho por nuestros sacerdotes. Gracias.
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