miércoles, 23 de abril de 2025

REFORMA, CONVERSIÓN?


REFORMA, CONVERSIÓN?
Estos días veo con cierto asombro como los diversos tertulianos de los medios o los columnistas se deshacen, unos, en elogios de Francisco y otros, quizás los menos en críticas. Algunos cuestionan sus acciones y decisiones como cortas en un sentido reformador, quieren que la Iglesia se adapte a los tiempos, o sea, que se diluya. Algunos ponen en cuestión la capacidad de la estructura de seguir haciendo un camino de cambio.
Hoy el evangelio, los dos de Emaús, (Lucas 24,13-35), nos describe algunas de las cuestiones que aquí planteo.
Primero: los discípulos se van de Jerusalén. Huyen de un fracaso. Tienen miedo. Es normal. ¿Acaso un muerto, colgado en un patíbulo de condena, enterrado puede ser camino de futuro? ¿Acaso lo que esperaban puede verse con posibilidad de avance? Partamos de que la comunidad cristiana se fundamenta en la fe en un muerto, en un condenado que ha resucitado, que rompe la barrera , abre la puerta y muestra las heridas del sufrimiento restauradas, en una nueva dimensión. La resurrección en una nueva realidad. ¿Acaso puede haber algo nuevo en un sepulcro? Está vacío. Ya no está allí. Y podemos empeñarnos en visitar sepulcros, esto es, en volver a lo que ya no es nuevo, no es lugar de vida, nadie se queda a vivir en un cementerio, es lugar de reposo, no de acción.
Segundo: El Resucitado es quien sale al encuentro. No va a buscar a otros que crean mejor, o que no le fallen, busca a los que se escondieron, huyeron, fracasaron. Busca a quien lo negó para ser él quien afirme. Busca a las mujeres para revelar la centralidad de la pobreza de los medios. Busca a los que huyen como los de Emaús. No quiere discípulos perfectos, busca personas transformadas por el encuentro.
Tercero: A cada uno de forma distinta. El Resucitado no se manifiesta a toda una masa de gente, con la coherencia de toda su trayectoria, no hace un mega espectáculo para darles en la cara a Anás o Caifás, a Pilato o a los que lo llevaron a la muerte que está vivo. Ahora es el Cuerpo de Cristo en su Comunidad activada por el Espíritu la que dará testimonio, y lo hará como hace Jesús, en lo sencillo, en el patearse los caminos, en la pobreza de los medios, en la incomprensiones. 
Cuarto: Conversión no es un lavado de cara, ni una reformita, es la regeneración de la realidad en resucitados. Cada uno de los que se encuentran con Cristo lo declaran con una palabra personal: Amado, Señor mío y Dios mío. Reconocido en las Escrituras y el Pan van a comunicarlo. Ya no hay miedos, ya no hay temores, todo ha cambiado.
La tarea de la Iglesia es la misma, somos los mismos creyentes si nuestra vida está fundada en Cristo. El estilo es el que marca Jesús: alegraos, os traigo la paz, hace arder en corazón, una llamada a la confianza.
La misión: edificar la comunión, llamar al perdón y la misericordia, invitar a vivir en el amor.

¿Hablamos de reforma o de conversión? Dejemos a Jesús que camine a nuestro lado, y si hace falta, que nos de un tirón de orejas. Seamos fieles al Señor y no busquemos los aplausos. Llevemos una vida nueva en Cristo sin amoldarnos a los criterios del mundo, sino para servir a los que son presencia de Cristo en el mundo: los pobres. Y para que el mundo crea, vivamos la unidad, la comunión. 
Feliz día








4 comentarios:

  1. Gracias Javier. El que tenga la receta para un camino de conversión, sin tropiezos... Que tiere la primera piedra, por así decirlo. Y hasta en los tropiezos hemos de ver la gracia del Señor que nos regala su misericordia. Ojalá no seamos de los necios y abramos los ojos para ver. Buenos días.

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  2. Yo solo doy Gracias a Dios por Su Amor y paciencia infinita. Me fío de Él aunque falle a menudo y confío en resucitar como Él, cuando me llegue la hora, solo se, que nunca me dejará sola, y María Madre y Señora

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  3. Gracias, don Javier, por poner luz

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  4. Hay muchas clases de pobreza… ceguera espiritual, pobres de espíritu.
    Convertirnos es volver los ojos a Dios cada día y confiar y esperar que El nos salvará

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