Martes santo.
Jesús está en el cenáculo con los apóstoles, posiblemente también estarían el resto de discípulos. Es tiempo de conmoción, de revelar lo que está y va a suceder. Confluyen en este momento varias cosas:
Ha llegado la hora. Lo intentaron en varias ocasiones, con piedras y confabulaciones, los contrarios habían planeado su muerte. Pero hasta este momento no había llegado la hora. Pero éste es el momento en que sea glorificado el Hijo. Y lo es a través del sacrificio, por eso se conmueve, de la traición y la negación, la huida y el abandono. Es la glorificación de la obra del Padre y también es dejado por los suyos.
Es Jesús quien le indica a Judas "lo que tienes que hacer hazlo en seguida". Jesús da le paso porque lo que vendrá después, fuera es la noche, las tinieblas, continua en el interior a través del testamento que recoge Juan en los capítulos 14-17, el mandamiento del amor, la vida unida a Cristo Vid verdadera, la oración sacerdotal. Pero hay algo que me llama intensamente la atención y que veremos el jueves santo por la tarde, Jesús lava los pies a Judas. Me resulta un amor tan extremo!
Por último, traición y negación son dos situaciones terribles, pero uno irá abocado a la autodestrucción, Judas, finalizando en el suicidio, pero Pedro será rescatado por la mirada del amor y la misericordia para confirmar que es Dios quien salva. La Iglesia se funda en la roca del perdón, de la gratuidad, del amor.
Gracias Jesús por tu amor incondicional
ResponderEliminar¿Cómo comprender el don de Dios en nuestra vida?
ResponderEliminarPara nosotros es imposible