LIBRES EN LA VERDAD Ayer hicimos un pequeño receso. Celebramos como cada mes el día dedicado a la Virgen en el Santuario. Nos hemos centrado, lo puedes ver en el canal de youtube, en la presencia de maría al pie de la cruz como una muestra de su fe forjada en el día a día en una esperanza que no se quiebra en las dificultades, y la identificación con los sufrimientos de su Hijo del que recibe la maternidad de los hijos e hijas engendrados a la fe.
Retomamos el capítulo 8 de s Juan. Sigue el diálogo con los judío que cada día va subiendo de tono. A pesar de que algunos crean, Jesús no es nada adulador, presenta el camino de la verdad que es él mismo y que nace de la libertad que no viene dada por haber nacido en una determinada generación, como consideraban los judíos, sino de la adhesión de la palabra del Hijo, del reconocimiento de su presencia y de su salvación.
El evangelio transmite el mensaje de la persona de Jesús, pero no se queda en un tiempo antiguo, no es un relato del pasado a nivel informativo, sino que es performativo, lo que dice se está realizando. Y hoy, el evangelio nos grita a los cuatro vientos que ser cristiano no es solo porque recibiésemos un rito, sino que conlleva el haber asumido a Cristo que configura nuestra vida en la verdad y la libertad. El bautismo es la fundamentación de nuestro vínculo más profundo, lo divino, Dios mismo y cada uno en la vida comunitaria, pero su fructuosidad, lo que es en si se manifiesta en el día a día. Pensamos a veces que la pertenencia a la Iglesia es la adhesión formal a un club, o asociación, que no tiene ningún privilegio social más que el que queramos darle y no es lo buscaba Jesús, más bien lo contrario, y que lleva adheridos unos derechos y unas obligaciones, que cada uno las gestiona a su manera quedando como casi todo lo que se refiere a esto en el imaginario o en una delicada expresión "cada uno vive la fe a su manera" o son cosas muy personales... y con esto garantizamos, supuestamente, que al final de nuestros días el muerto al hoyo y las alabanzas se suceden por doquier dando entrada colectiva a todos a un estado de bienestar celestial que excusamos en la comprensiva misericordia que todo lo admite. Permitidme que cuando Jesús está en plena discusión sobre el tema de la coherencia entre la pertenencia al pueblo judío y el reconocimiento de él mismo como enviado por el Padre, se la está jugando, porque la sentencia ya se está forjando en tantos que no ven claro que el galileo pueda de verdad ser el Mesías que tanto anhelan, sino más bien un ensoñador que no tiene nada más que unos signos "milagros" que puedan ser desmontados a fuerza de investigaciones.
Jesús sigue siendo incómodo en tu conciencia desmantelando nuestras seguridades y orgullos que ponemos delante de los demás. Al Señor no le convencen esas generalidades del "yo no hago mal a nadie, no me porto mal, no mato, no robo..." porque la mediocridad puede estar adueñándose del corazón, o la falta de entusiasmo y la acedia, así como la acomodación a los criterios del mundo, la mirada cortoplacista o la los éxitos mundanos que nos imponemos, destierran a Dios del centro, pues el primero de los mandamientos es amar a Dios sobre todas las cosas. "Alto me lo pones". Pero nos satisfacemos con decir que somos miembros por el bautismo... y ahora no todos pueden decirlo. Y se va convirtiendo en una comunidad de pocos, que no es poco, si queremos cada día vivir el evangelio.