Domingo, Día del Señor.
Los apóstoles regresan de llevar la Palabra de conversión, anunciar el Reino, sanar al hombre herido, liberar las situaciones de esclavitud a las que el mal somete a la persona. Jesús había enviado a los apóstoles con esta misión, y lo había hecho en la libertad de quien asume el riesgo. No nos dice el evangelista cuanto tiempo pasaron los apóstoles dedicados a esta misión. Una tarea que por otro lado nos hace ver desde el comienzo una Iglesia enviada a misionar, a salir al encuentro del que está perdido por el pecado, débil por la enfermedad o hundido por el mal.
Y al regreso, que no tenían ni tiempo para comer, Jesús les invita a ir a un lugar apartado y descansar. Porque la tarea principal del discípulo es dejarse acompañar y guiar por su maestro. Y Jesús desea que compartan las experiencias con El, que le cuenten lo que han hecho, que dificultades han encontrado, las tareas que han logrado llevar a término, la ilusión con que han vivido, los fracasos que han sufrido. Para esto necesita intimidad, silencio, encuentro de corazón a corazón.
Hoy, cada cristiano, viviendo en el mundo, si tiene conciencia de ser enviado a anunciar con su vida el Evangelio, a acercarse al sufrimiento del otro, a tocar las esclavitudes a que somete el mal, necesita también un tiempo de silencio, de descanso, de encuentro, de soledad sonora. Esta es una de las características del domingo, día de descanso, de oración, de encuentro, de familia, de intimidad. Es necesario reclamar, dentro de la vorágine a la que nos somete una estructura económica de consumo y mercado, insisto, reclamar el descanso dominical como un tiempo de estar, de vivir, de espíritu. Hoy en día el día de descanso, o las vacaciones se entienden como un tiempo de consumo, de activismo. El tiempo libre y el ocio es una parte más de la economía, un aspecto del engranaje de progreso, y eso, a costa también del trabajo y el esfuerzo y las familias de los trabajadores.
Jesús, a pesar del cansancio, siente compasión por aquella multitud "porque están como ovejas sin pastor". Oh, Señor, Buen Pastor, ven a fortalecer y guiar nuestra vida, no nos dejes perdidos a nuestra suerte, sino, danos una palabra que alimente nuestro corazón agobiado por el peso de la vida.
(Mateo 6,30-34)
Nosa Señora da Franqueira, a túa imaxe foi atopada na montaña por unha pastora anciá. Desde entón as nosas vidas vense guiadas polo resplandor da túa presencia e nos encamiñas polo camiño da fe cara ao Señor. Non nos deixes da túa man e protéxenos de todo mal.
Feliz domingo
Javier Alonso
A Franqueira
19-07-15
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