jueves, 9 de julio de 2015

LA GRATUIDAD Y LA LIBERTAD DE LA POBREZA



Es admirable la vida de algunos santos a lo largo de la historia de la Iglesia. A mí, personalmente, me sorprende la libertad con la que muchos emprendieron obras imposibles con la sola confianza en Dios. El siglo XIX, un tiempo de grandes cambios, es testigo de todo esto. En plena revolución industrial, con los cambios sociales y políticos, hombres y mujeres que entregaron toda su vida a un proyecto que aún perduran hoy. Sin medios lograron lo que nosotros con muchas más posibilidades no llegamos a un mínimo, hablo del común, porque hay personas que con esa misma libertad en la pobreza están manifestando como hay una forma distinta de ver las cosas y no como las construyen los mercados y los planteamientos económicos.
Esta respuesta, desde la gratuidad y la libertad en la pobreza, tiene su origen en el envío que hace Jesús de sus apóstoles. No llevéis ni oro, ni plata, ni alforja, ni túnica de repuesto... Hoy el Señor nos envía también a nosotros sin que pongamos nuestra seguridad en las cosas y en los bienes, sino en quien nos envía. Ir al encuentro del hombre de hoy con la libertad de quien no se lleva a si mismo, ni se predica a si mismo, no anuncia algo frágil, sino que, lleva al Señor, anuncia la Buena Nueva e lleva la Salvación. 
Hoy tenemos ejemplos de hombres y mujeres, matrimonios y familias, consagrados y sacerdotes, que, se abandonan a la Misión, y lo hacen, sin buscar nada más que el bien. ¡Cuanto daño nos hace a los creyentes las actitudes avariciosas y peseteras!, no es propio de un creyente, no solo los sacerdotes, sino todos los bautizados, estar pensando en beneficios económicos, en placeres y satisfacciones mundanas, en poderes para ser más que los demás o tener un prestigio. Cuanto daño nos hace el arrastrarnos por los criterios del mundo, como nos dice Francisco. ¿Es tan complicado?
Yo veo muchas veces la mano de Dios actuando. Hace un par de años comenzamos el proyecto de cáritas interparroquial, y es ya una realidad, que poco a poco fue tomando cuerpo. Cada mes acompañamos a un grupo de familias, desde la discreción y el silencio, y cada mes, algunas personas, desinteresadamente, nos van ayudando con su limosna o con sus aportaciones materiales. No es mucho, pero, Dios multiplica y es providente, nos ayuda a que llevemos algo de alegría a algunos hogares.
El Evangelio es gratuito y exige la libertad del hombre para anunciar sin trabas.

Nosa Señora da Franqueira, na túa pobreza entrégaste totalmente ao proxecto de Deus, na túa xenerosidade entrégasnos ao teu Fillo. Axúdanos a ser xenerosos e pobres para acadar benaventuranza.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
09-07-15

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