Jesús tiene que luchar contra un legalismo que ahoga al hombre y le impide descubrir el corazón de Dios. La imposición de normas era un obstáculo para vivir una relación con Dios de agradecimiento, y que, la creatura hecha a su imagen y semejanza viviese en diálogo de amor.
Hoy podemos caer en un aspecto contrario. Diciendo que lo importante es el amor, que son las intenciones, que los buenos deseos, que Dios es bueno, que hay que condescendientes, que las leyes y las normas son relativas... no me refiero solo al ámbito de la fe o a la vida de la Iglesia, sino que una actitud un poco laxa está también en la sociedad. Un relativismo cargado de un fuerte individualismo que lleva a afirmaciones como: lo importante es quererse, si no le haces daño no pasa nada, para que sufrir, con mi cuerpo hago lo que quiero, tengo que disfrutar, no es mi problema.
El cristiano está llamado a centrar su vida en el mandato del amor. Una ley que lo traspasa y lo trasciende todo, de forma que, el resto está condicionado por lo esencial. Sabiendo que Dios nos amó primero y reconocemos su amor en Cristo, no actuamos por nosotros mismo, sino por el amor que hay en nosotros. No somos legisladores que imponemos cargas absurdas, sino que , en este momento, aliviamos la carga que mata al hombre con la ley que libera y da vida. Porque muchos dejan que la leyes que impone la sociedad, simplemente por el hecho de ser aprobadas, las consideran justas y buenas. Y la ley puede ser también un error de la misma sociedad si va en contra del hombre. El cuidado de las personas, su desarrollo, debe ser el objetivo de la leyes. Para el cristiano, no como un añadido, sino, como un fundamento, está la salvación en plenitud.
(Mateo 12,1-8)
Nosa Señora da Franqueira, Nai da Misericordia, axúdanos a que teñamos no centro das nosas vidas a lei do amor.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
17-07-15
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