Hoy celebramos la fiesta de Santo Tomás Apóstol. Podría haber hecho maravillas, el pobre, pero lo que nos quedaron fueron sus dudas. Y es que los evangelistas no omiten las limitaciones y deficiencias de los discípulos, y éste, viene siendo un argumento clásico para afianzar la autoría de la Revelación de las Escrituras. Solo desde la fe se comprende que alguien pueda hablar mal de si mismo y dejarlo a la luz pública. Pero lo que le interesa al autor secundario, en este caso a Juan, es mostrar que no solo por el testimonio de los hermanos, sino, con el encuentro personal uno puede proclamar "Señor mío y Dios mío". Para ver con los ojos del alma es necesario razonar las propias dudas y desterrar los propios miedos. Tomás no creía a sus compañeros, por mucho que le insistiesen, a él no le cabía en la cabeza, por eso, plantea un reto impensable meter el dedo en las llagas y la mano en el costado. Necesita adentrarse en el Misterio del dolor, de la pasión del Señor, comprender por qué a muerto el Maestro, y, después, poder decir que sí es mi Señor, mi Dios.
Tener dudas es lo propio de quienes se hacen preguntas. Pero hoy tenemos que aparentar vivir en las certezas de lo que nos imponen, lo que está bien visto, lo políticamente correcto, lo que no molesta, lo que algunos deciden que es moderno. Las seguridades en las que viven algunos en sus principios y defendiendo su posición me produce escalofríos. Lo que ni vislumbran la manipulación en la que pueden estar y defienden a capa y espada lo que le ahora toca defender. La fe asume nuestros miedos e incertezas para convertirlas en vida.
Según la tradición Santo Tomás predicó en Oriente, llegando hasta la India, donde sufrió el martirio.
Nosa Señora da Franqueira axúdanos a non sentir vergonza das nosas dúbidas e a deixarnos sorprender polo teu Fillo Resucitado.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
03-07-15
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