miércoles, 31 de diciembre de 2014

NAVIDAD: CORRE, QUE ESTO SE ACABA


Nevada 2008. La vida es seguir las huellas




Resulta más que llamativo que el último día del año sea el día de los maratones. Carreras populares que se organizan en distintos puntos de la geografía, conocidas como San Silvestre por ser este santo el que se celebra este día, y que entusiasman a miles de personas en un frenesí de derroche de esfuerzo. Es como si el último día del año se quisiera representar el nerviosismo propio del que ve como se termina el tiempo y no le ha dado lugar a finalizar los objetivos que se marcaba. Y venga a correr para llegar a la meta a ver si en este último día logramos por lo menos quedar en un digno lugar. Y es que muchas veces no vemos la vida como una serena y creciente peregrinación en la que vamos poco a poco avanzando, sino, como un lograr, con esfuerzo sobreañadido, unas metas que provocan un desmesurado cansancio que amortigua cualquier objetivo que serenamente nos marquemos. Ahora vemos la diferencia entre el ir corriendo de los pastores de Belén a la invitación de los ángeles, y una carrera en la que logras una "corona que se marchita". Siguiendo las palabras de San Pablo en la 1ª carta a los Corintios, así como los atletas se preparan para una competición, nosotros debemos saber prepararnos y afrontar con seriedad y serenidad la carrera de la vida. Pero escuchemos a San Pablo: " ¿No sabéis que en el estados todos los corredores cubren la carrera, aunque uno solo se lleva el premio? Pues corred así; para ganar. Pero un  atleta se impone toda clase de privaciones; ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio una que no se marchita. Por eso corro yo, pero no al azar; lucho, pero no contra el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo someto, no sea que, habiendo predicado a otros, quede yo descalificado." (1ª Co9,24-27).
Ahora que vamos a comenzar el nuevo año nos marcamos nuevas metas, algunas ciertamente desmesuradas, inalcanzables, que rápidamente crean una situación de fracaso por no conseguirlo, así, los que intentan dejar de fumar, ir al gimnasio, dejar algunos vicios, intentar ser más puntuales, cambiar el ritmo de vida,... son simplemente algunos buenos propósitos, que descabezados, esto es, lejos de un proyecto de vida y de un bien mayor, solo encuentran algo de sentido en la satisfacción personal de haber conseguido algo. Otros se proponen unas metas meramente materiales: hacer viajes, comprarse cosas, esto es satisfacer el pequeño diosecillo insaciable que nos han puesto en nuestro interior y que no hay manera de que se quede harto. Los hay que desean buenas cosas, incluso de forma altruista pensando en los demás, así, que se acabe el hambre, que haya más trabajo, que tengamos paz, que cese la violencia, y está bien, pero queda lejos muchas veces del compromiso personal, puede ser dentro de la lista de peticiones que le hacemos a Dios pero que a veces no nos implica a nosotros.
Os invito, antes de comer las doce uvas, y de caer en algunas de las supersticiones que circulan por todos los hogares y que, realmente, algunas son bien ridículas, dediquemos un tiempo de este final de carrera, a dar gracias al Señor por todo, las oportunidades que hemos tenido para hacer el bien que El nos ha inspirado, y que haciendo su voluntad nos hache un gran bien; por el testimonio de fe de cada día, lo que hemos aprendido de tantas personas, de la familia, aunque tengamos que arreglar algunos roces, por los amigos, aunque tengamos que dar el brazo a torcer en muchas cosas, por tantas y tantas vivencias. Dad gracias por la Iglesia, madre y maestra, que nos ama entrañablemente, formada por hombres y mujeres tantas veces llenos de pecados y necesitados de conversión; por los éxitos y los fracasos, los primeros porque ayudan a crecer, los segundos por nos ayudan a mejorar y a ser humildes. Y añade una lista interminable de acción de gracias.
Pero no terminemos el día sin pedir perdón, de palabra y de silencio, de obra, por los daños cometidos y de omisión por el bien que hemos dejado de hacer; por pensar inadecuadamente, por permitir que entre en nosotros el egoísmo, la envidia, los celos, la ira, la venganza, la injusticia, la crítica... por dejar que el tentador campe a sus anchas, o por dejar que la oración sea la gran ausente en nuestro día. Cuantas cosas.
Y ahora, con serenidad, dejemos que el señor nos ayude a marcarnos metas realistas y sueños que El tiene para nosotros. Sí, soñemos una vez más. Y hagámonos esta pregunta ¿qué estoy dispuesto a hacer para lograrlo?. Lo que hagas, hazlo con amor y por amor.
Feliz Año nuevo y que la Virgen Nosa Señora da Franqueira nos ayude a todos en esta nueva etapa.
Feliz carrera.

Javier Alonso Docampo
Párroco- Rector del Santuario da Nosa Señora da Franqueira

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