viernes, 12 de diciembre de 2014

ADVIENTO: LOS NIÑOS SIEMPRE QUIEREN JUGAR



Para que un niño no quiera jugar, o está malito o es un caprichoso. Para que un niño no sienta pena del sufrimiento ajeno, o está malito o es un caprichoso. La sencillez de los niños da pie a Jesús para hablar de los insatisfechos, los que siempre protestan por todo, o los que se alegran en el dolor de los demás, o se entristecen por los éxitos de los  otros. Son los adultos caprichosos y cenizos que siempre le sacan algún defecto a las cosas, o tienen razones para considerar que las hay que hacer como ellos consideran, o que la perfección solo se alcanzará en su reino personal. Con éstos, no hay quien trabaje, y con éstos, es difícil que entren en el Reino. "Porque vino Juan bautista que ni comía ni bebía, y decían, está endemoniado; y viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen, es amigo de publicanos, comilón y borracho". A ver, en qué quedamos, éstos nada le complace, nada les llena, nada les satisface, están siempre cuestionando. Para éstos ni Dios es perfecto, porque seguro que le encuentran algún fallo.
Creo que, en el fondo, es una forma de ocultar la propia realidad, escabullirse de su responsabilidad, cargar los defectos en los hombros de los otros, evadirse de cualquier compromiso, satisfacer su deseo de ser más que los otros juzgando y condenando y cargar un ambiente de desesperanza.
Ahora es tiempo de vivir en la sencillez de los niños y decir con San Pablo: "Bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis. alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. vivid en armonía unos con otros y no seáis altivos, antes bien poneos al nivel de los sencillos. y no seáis autosuficientes. " Romanos 12,14-16

Textos de hoy: Isaías 48,17-19; Salmo 1; Mateo 11,16-19


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