martes, 23 de diciembre de 2014

ADVIENTO: EL SEÑOR NOS CONOCE POR NUESTRO NOMBRE


Misterio de la Capilla de la Reconciliación en A Franqueira



Estos días estamos escuchando en la Palabra diaria muchos nombres, primero la genealogía de Jesús, el domingo en la Anunciación, le llamarás Jesús, igual que en la revelación a San José, y hoy, el nombre de Juan, después conocido por el Bautista. Su nombre será Juan, escribe su padre en la tablilla, rompiendo así que se llamase como alguno de la familia. Juan, cuyo significado, "Dios se ha compadecido, o Dios tiene misericordia", nos revela como fue el nacimiento de este niño, llenando de alegría a todos, sino también su destino y su misión, proclamar la bondad y la misericordia que vendrán en el Hijo de María, el Hijo de Dios.
¿Cual es tu nombre?, ¿qué significado tiene?, es solo cuestión de gustos, si es más o menos moderno, o aceptado socialmente, o está de moda, o es una tradición familiar, o es por hacer un homenaje a alguien admirado; son muchas las razones y motivos. Pero, ¿conocemos nuestro nombre?.
Nuestro nombre es nuestra identidad, nuestra seña, nuestra diferencia y nuestra comunión con los otros, es lo que nos configura, nos proyecta, nos define, nos coloca en el mundo, nos responsabiliza de nuestra opciones, decisiones y actitudes y acciones; por eso es tan importante, con él nos llaman, nos agradan o nos insultan, nos dicen te quiero o nos odian a muerte; nos elevan a lo alto o nos humillan; nuestro nombre no solo es el significado de lo que en si recoge su etimología, sino también el que nosotros le queramos ir dando.
Los creyentes asumimos que Jesús, el nombre con que le llamó el ángel en la anunciación, el Dios salva; pero es tan extensa la acción de este niño del que celebramos su nacimiento que a lo largo de los textos del Evangelio y de los escritos encontramos: Jesucristo, Hijo de Dios, Hijo de David, Salvador, Salvador, Señor, Nuevo Adán, Mesías, Redentor, Cordero de Dios, Santo de Israel, Sumo Sacerdote, Luz del mundo, Palabra, Buen Pastor, ...
Y nosotros le llamamos: amigo, hermano, Señor...
Que bueno conocernos por nuestro nombre, reconocernos y amarnos. Así con El, el niño que nace en la pobreza de una cueva. El nos conoce por nuestro nombre


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