martes, 9 de diciembre de 2014

ADVIENTO: EL SEÑOR SALE A NUESTRO ENCUENTRO

Una de las peregrinaciones ó Coto da Vella.
Hay más alegría por uno que por noventa y nueve. 
¡Qué importantes somos para el Señor!. Uno, uno sólo. No somos un número más e una interminable lista de quienes permanecen en el anonimato ante los de arriba. No. Cada uno de nosotros somos la niña de sus ojos, el nombre en la palma de su mano, el desvelo de los cuidados de una madre, el ansia del buen pastor que no abandona a su suerte la oveja perdida, el padre que permanece en vela a la espera del hijo, el corazón que sabe ver mucho más  allá de las apariencias, el sol que no deja de iluminar aunque esté tapado por las nubes, el agua que no deja de brotar aunque no vayamos a beber, ... y es que Dios solo tiene ojos para nosotros, manos para nosotros, cuidados para nosotros, atenciones para nosotros, corazón para nosotros, vida para nosotros.
El adviento es la oportunidad que tenemos para vernos reflejados en la mirada de Dios, agarrarnos fuertemente a la mano que nos protege y nos guía, estarnos con la confianza "de un niño en brazos de su madre", de escuchar la voz que nos llama cuando hemos perdido el rumbo, de escuchar el latido amoroso del corazón del Padre, de no ocultarnos al calor del calor y de la vida en el Espíritu, de saciar nuestra sed de peregrinos en el Hijo que peregrina a nuestro lado.
Sale el Señor a nuestro encuentro en cada "hombre y en cada acontecimiento", y es  que Dios es perdón y alegría.
Lecturas del día: Isaías 40,1-11: salmo 95; Mateo 18,12-14

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