Estos días, tan cargados de emociones y de encuentros, después de un par de días en que no he escrito nada, retomo esta forma de comentar con todos algún aspecto del Evangelio de día o de la celebración en la que nos sitúa el año litúrgico. Algunas personas me han hecho algunas sugerencias. La primera de ellas es saber quien es el autor de los comentarios, a lo que respondo, yo, Javier Alonso Docampo, párroco rector del Santuario da Franqueira. No es por una cuestión de derechos de autor, ni mucho menos, pero, ahí les doy la razón, porque al no saber cual es la fuente, consideras que puede ser algo copiado, y no es más que y simplemente, poner en común algunas reflexiones a partir de una rato de oración. Por otro lado, también me han preguntado, si después de leerlo, se pueden hacer comentarios o poner la propia reflexión, a lo que contesto, que pos supuesto que si. Es ésta una forma de animarnos a conocer las reflexiones y opiniones de los lectores. Después de estas aclaraciones, la reflexión de este domingo de la Sagrada Familia.
El título responde al lema que la Conferencia Episcopal Española ha puesto en esta jornada de la Sagrada Familia: "La alegría del evangelio de la Familia", una invitación, a partir de la exhortación del Papa Francisco, a reavivar en nosotros, en nuestras familias algunos aspectos importantes. No quiero dejarme llevar por una descripción de los peligros que está sufriendo la familia en este momento, o de los problemas en el ámbito familiar, o de las situaciones de crisis, de esto creo que sabemos mucho, pero no podemos quedarnos en los comentarios y en un análisis sociológico, o de situar, como si no fuera con nosotros la situación actual. Primero, que nos afecta mucho, que es muy doloroso y que nos cuesta encontrar cauces de solución.
pero hoy es una celebración festiva, y como tal, es una invitación a dar gracias, bendecir y alabar al Señor por todo lo que es y está llamada a ser la familia cristiana.
Partimos de una frase del papa en la Evangelii gaudium en la que se vislumbra las riquezas propias de la familia: lugar de amor (vínculos, alianza, comunión), lugar de vida (célula básica de la sociedad), lugar del perdón de la unidad (se aprende a convivir en la convivencia), lugar donde se transmite la fe (iglesia doméstica). No quisiera abusar de vuestra paciencia, pero, quisiera dejar a los pies de la Familia de Nazaret la vida de cada una de nuestras familias, con todas sus realidades y situaciones.
Así, como lugar de amor, de alianza, de vínculos, es donde se aprende a descubrir más allá de las apariencias, a conocer desde el corazón, a aprender a amar, porque es un aprendizaje. Es en la familia, con nuestros padres, hermanos, abuelos, donde el amor, no es un afecto que cambie según el gusto o como me encuentro, o por mis apetencias, sino que el amor, es una palabra que se hace vida en la Alianza matrimonial, en el vínculo familiar y que se renueva de día en día, en la preocupación por cada uno de sus miembros, en el trabajo (si se tiene), o en el disgusto de no tenerlo porque, que gesto de amor más grande que el de saber que tu esfuerzo y dedicación ayuda a crecer a toda la familia. El amor es, como dice Sn Pablo en la liturgia de este domingo, el ceñidor de la unidad consumada. No es un acto de la propia voluntad, sino la respuesta generosa de la propia vida. Amar amándose sintiéndose amado.Es el lugar de la fidelidad a la palabra dada, a la constancia en el día a día, es el lugar donde se refleja el amor de Cristo por su Iglesia, hasta la muerte, pues el amor es dar la vida.
Y este es el segundo de los aspectos: lugar de vida. Vida, sí, con mayúsculas, la Vida como un regalo y un fruto de nuestra vida. Cada vez que tengo que preparar un bautizo se me llena el corazón de alegría, porque una vez más, tengo la oportunidad de ver a una pareja de jóvenes con una mirada alegre, viva, llenos de ilusiones, desbordados por la experiencia, niños frente al reto de criar y cuidar a su bebé. Los afectos afloran, pero también los miedos, y si se tienen uno al otro, refuerza los vínculos de unidad y ayuda a construir el proyecto matrimonial. Vida que se recibe y se dona, vida se se entrega y se pone al servicio de la vida. Vida, sía, la de los niños que están necesitados de todos los cuidados, de los jóvenes, que necesitan aún más cuidados por las inseguridades que se viven en estos momentos, vida en los matrimonios que se ven crecer y madurar en el amor; vida en los ancianos, la experiencia y la sabiduría de la vida; vida en los enfermos que nos hablan de paciencia y serenidad, de aguante en el sufrimiento, de disimular para no preocupar; vida en los débiles; en los que han perdido su propia libertad, los que se sienten fracasados y sin esperanza. Eso también es vida, porque la Vida nos lo bueno y lo malo, sino, todo es una nueva oportunidad para el amor.
El lugar del perdón, del reconocimiento mutuo de los errores, de que no es solo que me perdonen o que pueda perdonar, sino que las relaciones humanas en su complejidad, cuando se sienten bombardeadas por el pecado, bien de palabra, de obra, de pensamiento o de omisión, afecta de forma muy directa, la mayor parte de las veces al ámbito familiar. Y recuerda, Jesús, cuando nos habla del perdón, no habla del padre misericordioso, que pacientemente, espera el regreso de su hijo pródigo y que, al regreso, tiene que ayudar al mayor a saber lo que es la vida y el perdón. ¿No es una de la más bellas parábolas? pues Jesús recoge el ejemplo de la familia. Sabes, por algo será.
Y por último, el lugar de la transmisión de la fe, la familia Iglesia doméstica. Oh, que gran palabra y que hermosa intuición del Concilio. Y es que, las primeras comunidades cristianas, se reunían en las casas, y allí, escuchaban la enseñanza de los apóstoles, celebraban la fracción del pan (la Eucaristía) y se ponía todo en común para compartirlo y ayudarse mutuamente. Así la Iglesia, familia de familias, es el hogar donde la escucha, el alimento y la acción siguen presentes.
No olvidemos las palabras del papa hace unos meses; en la familia hay estas palabras: Por favor, gracias y perdón.
Feliz domingo de la Sagrada Familia
Javier Alonso Docampo
A Franqueira, diciembre 2014