DIA 10: SABER ESCUCHAR
Hoy tocamos uno de los aspectos más importante de nuestra vida, la comunicación. Pues al referirnos a esta realidad descubrimos el potencial de encuentros y vínculos que se establecen entre nosotros. Así, descubrimos la invitación a las relaciones interpersonales a través de un diálogo sincero y abierto, de abrirnos al otro y dejarnos descubrir por el otro. En la fe supone el atrevimiento de abrirnos a la aventura de conocer y descubrir el misterio de
Dios y dejar, o más bien, abandonarnos en la palabra que se nos dirige desde Dios.
Pero ya sabemos que "no hay más sordo que el que no quiere oír", que, "a palabras necias, oídos sordos", que a veces "podemos estar más sordos que una tapia", o que "dejamos hablar como que llueve", pero nuestro interior reclama descubrir lo verdadero y auténtico, por eso “Tenemos dos orejas y una sola lengua para que oigamos más y hablemos menos.” (Diógenes el cínico). Así, siendo imagen y semejanza de nuestro hacedor reconocemos que está Dios pronto a la escucha y dispuesto a la acogida, una llamada a ser abierto también a la palabra que se muestra cada día en diálogo sincero de la Palabra que viene a los suyos.
Si te das un paseo por la calle de una gran ciudad descubres a personas con sus cascos de música que los oyes al pasar, o hablando por teléfono. El silencio necesario para la escucha verdadera necesita del silencio. Dicen los especialistas que aumentará el número de personas con problemas de audición por el daño que se le causa con el ruido y la cantidad de sonidos que reciben.
Hoy vemos en María la mujer de la escucha y la respuesta. Escucha que nace de un corazón enorme, dispuesto y abierto. Respuesta que nace de la confianza en dejarse hacer por la Palabra del amado que susurra al oídos palabras de amor.
Madre María:
Tú conoces nuestro corazón,
nuestra limitación,
al vernos arrastrados
por el egoísmo y la soberbia.
Te pedimos la actitud que Tú tuviste
para escuchar el mensaje de Dios.
Que no pierda este valor
que enriquece nuestras vidas
y nos acerca a Ti y a tu Hijo,
Cristo, nuestro hermano. Amén
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