Los auténticos adoradores adorarán en Espíritu y en Verdad.
La expulsión de los mercaderes del Templo es la excusa perfecta para denunciar los excesos de la Iglesia, sus apegos al "caballero don dinero" o las infidelidades de los de arriba, los de "la casta" de la Iglesia. A Jesús no le molesta que la higuera no de fruto, cunado no está en su tiempo, que el culto del Templo requiera determinadas condiciones, o que no movamos montañas con la sola oración; sino, que nuestra vida sea solo apariencia, llena de hojas pero sin fertilidad, más pendientes de las cosas que del Espíritu y llenos de dudas ante el proyecto del Reino. La sequedad de la higuera es signo de que sin el Señor no hay futuro, sin su fuerza y su vitalidad nos quedamos en nada, sin el Espíritu no tenemos nada que ofrecer a este mundo. Jesús necesita expulsar de su templo santo, esto es, de nosotros, aquello que se ha convertido en negocio, pues vendemos el corazón que debe ser de Dios, nuestra alma que le pertenece, la ponemos a precio de baratija y la entregamos al primer placer, endiosamos el dinero o nos arrastramos ante los poderes mundanos. Somos templo del Espíritu y en nuestro cuerpo y nuestra alma, no podemos poner nada en venta, pues es casa de oración. Jesús deja en evidencia nuestra falta de fe, pues yo no me atrevo, por mucho que piense que la oración tiene poder para cambiar las cosas, no me lo acabo de creer. El mundo, tal y como lo vemos, es una gran montaña que es imposible de mover si no es por la fe y la oración. Fe en el Reino, en que el amor y el perdón son posibles, la vida en Dios es más grande que las violencias y las luchas mundanas. Oración porque solo en el encuentro con el Señor podemos comprender las contrariedades y las dificultades.
(marcos 11, 12-26)
Nosa Señora da Franqueira, axúdanos a entrar pola porta do templo santo de Deus,a entrar no corazón das xentes.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
29-05-15
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