OBISPO, ENVIADO A CURAR Y CUIDAR
“Ve y profetiza a mi pueblo” es la petición que el Señor hace al profeta Amós.
La iniciativa para realizar esta tarea viene de Dios. El profeta libremente
abandona sus tierras, su rebaño, su vida para fiarse del Señor y anunciar al
pueblo encomendado la verdad de Dios.
El Obispo también es profeta, pero no sólo eso. A su vez es testigo y servidor
de esperanza sobre todo donde más fuerte es la presión de una cultura
inmanentista, que margina toda apertura a la trascendencia. Donde falta la
esperanza, la fe misma es cuestionada. Incluso el amor se debilita cuando la
esperanza se apaga (Cf. PG, 3).
Jesús los llama y los envía
Jesús al escoger a los Doce y hacerles partícipes de su misión de anunciar el
Reino de Dios con obras y palabras, quiere que los apóstoles anuncien el
Evangelio y hagan discípulos a todas las gentes. De esta forma se continua la
obra que el Resucitado les confió la tarde misma de Pascua: “como el Padre
me envió, también yo os envío” (Jn 20, 21).
Ventiún siglos permanece intacto el deseo de Cristo de que el Reino de Cristo
sea conocido por todos los hombres.
El obispo, sucesor de los apóstoles, ha
recibido la llamada específica de ser pastor de la iglesia a él confiada hasta el
fin de los tiempos (LG, 18).
Conversión. Curación de alma y cuerpo
Tal como leemos en el Evangelio, Jesús señala que el apóstol no puede
conformarse con predicar la conversión. La llamada a la conversión debe ir
acompañada de la curación de los enfermos. La curación física y espiritual.
El obispo en su misión apostólica está llamado a cuidar con esmero la
predicación de la Palabra de Dios y la manifestación de su bondad con gestos
de caridad, servicio y entrega especialmente a los más necesitados
Le animo a que siga publicando don Javier !! 🙂👍🏻
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