En la portada de A Franqueira un capitel muestra las tentaciones que asedian a un monje en la lectura de la Palabra. Su rostro es sereno y confiado pues está en manos de Dios. |
Ya estamos en el primer domingo de cuaresma y nos adentramos en el desierto con Jesús para que, estos cuarenta días, sean una experiencia de encuentro, abandono y victoria contra el mal. Un desierto no es el lugar en el que a uno le gustaría vivir. La soledad y el silencio que reinan en él son signo de la falta de vida que se respira. Es un lugar de paso, y rápido, no como los cuarenta años del pueblo hebreo. Es un lugar sin futuro, sin esperanza, sin posibilidad de que algo se renueve y nazca. Por eso nos adentramos en este desierto como lo hizo Jesús:
1º: Impulsados por el Espíritu, es el motor esencial de la cuaresma, el Espíritu que nos llama a prepararnos a una nueva Pascua y necesitamos estar bien dispuestos.
2º: Para dejarse tentar. No nos creemos tan intocables y tan santos como para pensar que no tenemos tentaciones, y es que Jesús, luchó contra el tentador y lo hizo con la oración, la Sagrada Escritura, la penitencia, el ayuno, ... todas las luchas interiores del Señor no son nada comparadas con las nuestras, pues es El quien nos protege y mantiene muchas veces de pie.
3º: Es el lugar en el que nos reconocemos a nosotros mismos. En el silencio en que solo se escucha la brisa del viento y el latir del corazón, es donde, sin lo externo, lo que nos da tantas seguridades ante los demás, nos descubrimos a nosotros mismos, y reconocemos nuestras debilidades, y que solo él es nuestra fortaleza.
4º: Sin las comodidades. Cada vez que vamos teniendo más facilidades y comodidades en la vida nos hacemos más cómodos y lo queremos todo hecho. La vida tiene muchas exigencias y tenemos que estar bien preparados.
5º: Vivía entre fieras. Jesús es el Señor del la nueva creación, es el dueño de todo, "ante El toda rodilla se dobla". Devuelve la armonía y la paz a un mundo roto y desestructurado por el pecado, comienza la vuelta a lo que el pecado había destruido, devuelva la hermosura a todo lo que ha manchado la indignidad.
6º: Le servían los ángeles. Todo, en el cielo y en el abismo, todo está a su servicio. Un ángel lo consolará en otro desierto interior, en Getsemaní, y es que Jesús, el Hijo de Dios, necesita el consuelo del cielo. Así nosotros.
7º: La llamada a la conversión. Es la invitación de Jesús al comienzo de esta cuaresma, sí, convertirse, "metanoia" en griego, volver la mirada, la vida , el corazón a lo fundamental.
Entremos en desierto, donde no quiere ir nadie, entremos en el desierto de nosotros y de esta humanidad y escuchemos.
Nosa Señora da Franqueira ayúdanos a que nos dejemos guiar por el Espíritu.
Feliz domingo
Javier Alonso
A Franqueira
22-02-15
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