Este viernes de cuaresma, ya es el segundo, día de penitencia y abstinencia, hoy se nos invita a abstenernos de odios, rencores, violencias, divisiones, enfrentamientos... Cuanto daño nos hace todo esto, y más, si después nos presentamos ante el Señor con cara de corderitos, como si no pasase nada, disimulando, excusándonos, poniendo las cargas en lo que han hecho los demás, dejándonos llevar por nuestro orgullo, mascullando en nuestro interior una dignidad engañosa, creyéndonos con todos los derechos porque nos creemos poseedores de la verdad. El rencor, el odio, la venganza, las divisiones, eso todo que sabemos tú y yo, es una herida, que podemos creer que con el paso del tiempo queda curada, pero simplemente dejamos pasar sin cicatrizar. No, el tiempo no lo cura todo, quizás soporta las cargas que le echemos encima, pero llega un momento que la mochila es demasiado pesada.
Esta cuaresma no nos planteemos dejar pasar el tiempo. San Pablo nos recuerda "Hoy es el día del Señor, hoy es el tiempo de la misericordia. Dejaos reconciliar por Dios". No podemos pensar que estamos reconciliados con Dios si hemos herido el corazón de nuestros hermanos, ¿y mi corazón?, sanará cuando permitas que en ti entre el auténtico amor, la misericordia. La dignidad no está en ser más que los otros, en llevar razón en todo, sino en devolverle al corazón lo que ha perdido. Es tiempo de que nosotros, los creyentes, demos una palabra distinta ante el mundo, no esperemos que sean los otros los que nos den la delantera, sino, ¿de qué presumimos?, de que rezamos mucho?, de que damos buenas limosnas?, de que no nos metemos con nadie?... "deja tu ofrenda en el altar y vete a reconciliarte con tu hermano" dice el Señor.
Jesús es la ofrenda ante el Padre, El es el reconciliador en la cruz, ahí es donde la herida del pecado, que trasciende lo terreno y daña el encuentro con Dios, es rescatado. El ha pagado por nuestros delitos, sus heridas nos han curado. El amor infinito de Jesús ha sanado la herida de nuestro pecado.
Hoy es el día del Señor, hoy es el tiempo de la misericordia.
Ofrezcamos nuestras abstinencias, nuestros ayunos y limosnas por la reconciliación de cada uno y de todos los pueblos de la tierra. Que cesen las luchas y se callen los cañones, el canto de la libertad suena cuando al hombre se le devuelve su dignidad, la de vivir en paz.
Nosa Señora da Franqueira, raíña da paz, refuxio de pecadores, roga por nós
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
27-02-15
No hay comentarios:
Publicar un comentario