OBISPO, PERSONA EN CRISTO
Cuando los ministros de Cristo actúan en comunión, actúan siempre también de manera personal. Cada uno ha sido llamado personalmente ("Tú sígueme", Jn 21, 22; cf. Mt 4,19. 21; Jn 1,43) para ser, en la misión común, testigo personal, que es personalmente portador de la responsabilidad ante Aquel que da la misión, que actúa "in persona Christi" y en favor de personas: "Yo te bautizo en el nombre del Padre ..."; "Yo te perdono...".
A todo consagrado, comenzando por el bautismo, se nos pide que toda la persona esté inundada del carácter de la llamada que ha recibido. Uno no actúa solo, sino en unidad en Cristo, configurado con los mismo "sentimientos" de Cristo, en su palabra, en su mirada, en su gesto... todo transparenta en la persona, en su ser, lo que Cristo ha realizado en cada uno.
El obispo será Antonio, con su historia personal, su forma de ser y expresar, que por la acción del Espíritu, se dejará domeñar por el amor de Dios. A todos nos toca dejar a un lado la visión únicamente humana para poder relacionarnos en el Espíritu. Todos, el obispo y cada uno, debemos ser dóciles al amor.
Amén
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