OBISPO PADRE Y PASTOR
A la luz del misterio de Cristo, Pastor y Obispo de las almas (cf. 1 P 2, 25), el Obispo comprenderá cada vez más profundamente el misterio de la Iglesia, en la que la gracia de la consagración episcopal lo ha puesto como maestro, sacerdote y Pastor para guiarla con su misma potestad.
El Obispo debe manifestar con su vida y ministerio episcopal la paternidad de Dios; la bondad, la solicitud, la misericordia, la dulzura y la autoridad moral de Cristo, que ha venido para dar la vida y para hacer de todos los hombres una sola familia, reconciliada en el amor del Padre; la perenne vitalidad del Espíritu Santo, que anima la Iglesia y la sostiene en la humana debilidad.
Configurados en Cristo Sacerdote, Profeta y Rey, todos los bautizados hacemos presente con nuestra vida la vida de oración y la participación de la acción litúrgica de la Iglesia; anunciamos la Buena Noticia y visibilizamos en la caridad la presencia del Reino. D. Antonio, será como obispo, el que nos ayude a realizar en todo el Pueblo de Dios esta triple misión que nace en Dios mismo.
Magnifico su comentario !!
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